¿Hay que poner un arbolito en el salón para Navidad o no hace falta si no hay niños en casa? ¿Se sirve ensalada de patatas y pollo o mejor algo más festivo? Aunque parezcan detalles nimios, la forma en que se elige festejar las fiestas puede ser un motivo de discusión en una pareja. Sin embargo, si se intercambian ideas y se está dispuesto a hacer algunos compromisos, se puede salir airoso de estas fechas.
Para muchas personas, la Navidad y el Año Nuevo son un detonante de peleas. Hay dos grandes motivos para esto: la mayoría de las personas tiene grandes expectativas asociadas a las fiestas y, por otro lado, los días de preparativos para la Navidad y el Año Nuevo son muy estresantes. Por eso algunas personas inician el maratón de fiestas ya de malhumor, sobre todo si se enfrentan ideas muy distintas de celebración.
Para evitar conflictos, las parejas deben hablar con cierta antelación de los preparativos y llegar a compromisos. Para ello es importante tener en cuenta todas las necesidades y no tratar de convencer a la pareja de las propias ideas.
El ideal de cómo debería ser el festejo perfecto suele estar asociado a los recuerdos. Poco antes de la Navidad, se despiertan en muchos adultos ilusiones infantiles. Uno de los motivos de pelea puede ser cuán grande será la fiesta: mientras que algunos prefieren pasarla en pareja, otros quieren incluir a toda su familia.
El Año Nuevo también es potencialmente conflictivo: uno de los dos puede querer festejar a lo loco, con baile y muchos amigos, mientras que el otro puede desear algo más tranquilo. A veces la solución reside simplemente en pasar una mitad de la noche como quiere uno y la otra mitad como quiere el otro.
Que las distintas ideas lleven a conflictos en la pareja no es algo exclusivo de la Navidad o el Año Nuevo, desde ya. Sin embargo, las fiestas son un momento típico en el cual surgen este tipo de diferencias.
Los motivos de disputa pueden ser tan banales como el tamaño del arbolito. Los psicólogos recomiendan preguntarse a uno mismo, antes de hacer un reclamo, por qué para uno es tan importante que algo sea de determinada manera y compartir luego con la pareja la respuesta. Si uno asocia la Navidad con una mala experiencia desde su niñez, ese puede ser uno de los motivos por los cuales prefiere evitar ciertos símbolos. Hablar de estas diferencias puede ser una oportunidad para aprender más del otro. En el mejor de los casos, representa un crecimiento para la pareja.
Si decoración navideña o no, qué comer, cuán grande hacer el festejo o dónde pasar Año Nuevo: el principio será siempre el mismo, acordar con el otro. Si el máximo deseo es pasar las Fiestas juntos se encontrará una solución. Lo mismo pasa con las vacaciones: a veces uno es amante del mar y otro de la montaña y finalmente siempre se llega a una solución de compromiso, aunque más no sea ir un año al mar y otro año a la montaña.
Por Marie Blöcher (dpa)