(dpa) – En Bonn arrancó hoy la etapa decisiva de la 23 conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP23) con un llamamiento a los países a redoblar esfuerzos para implementar los compromisos adoptados hace dos años en el Acuerdo de París contra el cambio climático.
«Tenemos que actuar. Y actuar ahora», urgió Frank Bainimarama, primer ministro de las Islas Fiyi y presidente de esta cita celebrada en la ciudad alemana de Bonn por razones de logística y organización.
«Estamos representando los intereses de la gente y los lugares que llaman su hogar (…) Estamos todos unidos en el compromiso de reducir las emisiones (…), estamos todos en la misma canoa», repitió el primer presidente de una cumbre procedente del grupo de pequeños estados insulares, extradamente vulnerables al cambio climático.
Bainimarama dio la palabra en primer lugar a su compatriota Timothy, un niño de la provincia de Telugu que contó cómo su pueblo y su escuela fueron golpeados el año pasado por un temporal devastador. «La amenaza del cambio climático es real y está pasando aquí y ahora (…). Y se quedará si no hacemos algo ya», llamó el pequeño fiyiano.
«El cambio climático es la amenaza decisiva de nuestros tiempos. Nuestro deber, mutuo y hacia las generaciones futuras, es elevar nuestras metas. Tenemos que hacer más en cinco áreas de objetivos: emisiones, adaptación, financiación, cooperaciones y liderazgo», instó el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres.
«El lapso de tiempo en el que podemos alcanzar la meta de dos grados se podría acabar en 20 años o menos. Y quizás nos queden solo cinco años para doblar la curva de emisiones a 1,5 grados», alertó.
Guterres dijo al mismo tiempo que constataba avances. Durante muchos años se dijo que la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero frenaría el crecimiento y que las altas emisiones eran un coste inevitable del progreso, pero «este dogma está muerto» y ha sido rectificado por varios países, sostuvo.
Delegados de 195 países se dieron cita en Bonn para consensuar un sistema de reglas que permitan medir, comparar y verificar los avances de los países en la consecución de las metas asumidas para limitar el calentamiento del planeta acordadas en 2015 en París.
Los instrumentos legales que derivarán de estas negociaciones deberán ser aprobados en la próxima cumbre en Kattowice, Polonia, a finales de 2018.
El llamado Acuerdo de París tiene como principal objetivo limitar el calentamiento de la atmósfera terrestre bien por debajo de los dos grados centígrados en comparación con la era preindustrial y, de ser posible, a 1,5 grados.
Una meta difícil de alcanzar si se tiene en cuenta que las emisiones mundiales de dióxido de carbono volverán a aumentar previsiblemente este año, en aproximadament un dos por ciento, según alertó un informe publicado esta semana.
«El Acuerdo del Clima de París debe ser irreversible», demandó el presidente federal alemán, Frank-Walter Steinmeier, quien tendió una mano a Estados Unidos, el único país que anunció su salida.
«La política internacional, al igual que el clima, es un barco de carga lento, en especial cuando entra en movimiento», dijo Steinmeier. «Y quizás alguno que hoy se sale del puente de mando para hacerse a la mar en un bote auxiliar quiera acoplarse nuevamente al gran barco en un par de años».
El encuentro en la antigua capital alemana es el primero desde que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara la retirada de su país del Acuerdo de París, al que se sumaron ahora Nicaragua y Siria. De esta forma, Estados Unidos ha quedado aislado pese a formar parte de las negociaciones.
En los primeros días de la conferencia, representantes de Estados, ciudades y empresas estadounidenses alzaron la voz para asegurar que continuarán trabajando para cumplir sus compromisos pese a la negativa presidencial.
El límite de dos grados de aumento de la temperatura respecto a los niveles anteriores a la revolución industrial está considerado como el máximo asumible para evitar consecuencias catastróficas para el clima y la población mundial. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la temperatura de la Tierra ya es 1,2 grados más alta que en la época anterior a la industrialización.