(dpa) – Los habitantes de Biskek, la capital de Kirguistán, no necesitan viajar a la famosa Selva Negra para disfrutar de sus especialidades: las tartas y los panes típicos de esta región del sudoeste de Alemania también pueden ser degustados en Asia Central, a 6.000 kilómetros de su lugar de origen.
Esto es posible gracias a Klaus Lehrke, un alemán de 70 años que ofrece estos productos en la capital kirguisa, cerca de la frontera con Kazajistán.
La tienda principal del panadero alemán se encuentra entre vendedores de dátiles y de alfombras, en un pequeño centro de compras. Lehrke vende panes y pasteles también mediante tres filiales y abastece no solo a las embajadas extranjeras o a funcionarios alemanes. En especial los kirguisos están fascinados con los productos típicos de la Selva Negra. «Muchos kirguisos viajan y prueban cosas nuevas», comenta Lehrke. Por lo general, los productos locales son muy dulces y contienen mucha grasa. «Cada vez son más los kirguisos que quieren alimentarse de un modo más saludable. Ese es también el secreto de mi éxito.»
Lehrke llegó como ejecutivo de un banco a Biskek en 2002 y quedó prendado del país. Su esposa kirguisia Aidai, en cambio, descubrió la cocina alemana durante sus visitas a la patria de su marido. Ella fue quien tuvo la idea de conquistar el mercado del pan en Biskek con productos alemanes.
Lehrke abrió hace unos seis años su primera tienda con ayuda de un maestro panadero del sur de Alemania. El negocio con pan artesanal de la Selva Negra y hogazas con suero de mantequilla recién horneadas comenzó a marchar muy bien, por eso decidió abrir más filiales, desde las que reparte productos en toda la ciudad.
El éxito le hace soñar con la expansión de su cadena de panaderías a lo largo de la legendaria Ruta de la Seda. Lehrke ya ha recibido pedidos de regiones al sur de la capital kirguisa y hasta de los países vecinos Uzbequistán, Kazajistán y China. Pero para estos planes le faltan socios con conocimientos en productos semihorneados y congelados, agrega.
Para conseguir los ingredientes para los pasteles y panes alemanes, Lehrke tiene que apelar a la creatividad, ya que las regulaciones aduaneras de importación cambian a menudo. «A veces no consigo cerezas, por eso en ciertos momentos no puedo ofrecer ni siquiera mi producto principal, la tarta Selva Negra», señala Lehrke. El panadero recibe harina de centeno de Kazajistán, levadura de Turquía y la nata con un 33 por ciento de materia grasa proviene de Rusia.
La panadería de Lehrke es un importante empleador en Kirguistán, donde cerca de un tercio de la población joven no tiene trabajo. Entretanto, la empresa de Lehrke ya da trabajo a 30 personas entre conductores, panaderos y vendedores.
Los clientes de la capital están encantados con el surtido. «La variedad es mayor que en los supermercados, y la calidad es mucho mejor», opina Haib, un comerciante que cada mañana se acerca para comprar panecillos para desayunar con su familia. «Típicamente alemán», comenta.
Por Claudia Thaler