(dpa) – La fiscalía antiterrorista de Alemania pidió hoy cadena perpetua para Beate Zschäpe, la única superviviente de una célula neonazi responsabilizada por la serie de violencia ultraderechista más sangrienta vivida por Alemania desde la Segunda Guerra.
Zschäpe, de 42 años, fue acusada de complicidad en el asesinato de ocho inmigrantes turcos, uno griego y una agente de policía alemana entre los años 2000 y 2007 a manos del trío neonazi autodenominado Resistencia Nacionalsocialista (NSU) que también conformaban sus compañeros Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt, ambos ya fallecidos.
La mujer del este alemán fue procesada durante cuatro años en un megajuicio por el que pasaron más de 800 testigos. Además de las muertes se le imputan complicidad en dos atentados explosivos en Colonia con un saldo de decenas de heridos y numerosos asaltos armados.
El fiscal Herbert Diemer solicitó la cadena perpetua en 14 casos, así como que se considere la gravedad de la culpabilidad, lo que impediría acortar la sanción, y la llamada custodia de seguridad, que implica que sea confinada a un centro de trabajo por tiempo indeterminado después de cumplida la condena.
Diemer considera probado que Zschäpe compartió la ideología fanática nacionalsocialista del trío y contribuyó a sembrar el miedo en los inmigrantes a través de muertes arbitrarias. La describió como «una persona fríamente calculadora» para la cual la vida de los demás carecía de importancia.
Zschäpe ha negado toda participación en las muertes y responsabilizó a sus dos compañeros. Según la versión oficial, Mundlos y Bohnhardt se suicidaron en 2011 cuando eran perseguidos por la Policía tras el asalto a un banco.
Tras la muerte de ambos, Zschäpe incendió el apartamento en el que vivían en la localidad de Zwickau y se presentó a las autoridades. La fiscalía sostuvo que lo hizo para destruir pruebas, poniendo en riesgo a los demás residentes del edificio.
Junto con Zschäpe rinden cuentas ante la Justicia Carsten S., Ralf W., André E. y Holger H., acusados de colaboración en la trama de violencia ultraderechista.
En los últimos cuatro años, la Justicia alemana llamó a declarar a 815 testigos y consultó a 42 expertos para intentar arrojar luz sobre la célula neonazi que sembró durante años el terror en Alemania.
El caso, que comenzó a juzgarse en mayo de 2013, dejó al descubierto graves fallos por parte de la Policía y los servicios de inteligencia germanos, que no tuvieron la mínima sospecha de una posible motivación racista y dirigieron las pesquisas hacia el entorno de las víctimas, suponiendo que eran ajustes de cuentas entre mafias extranjeras.