Berlín, 11 ene (dpa) – La casa inteligente ya dejó de ser una idea futurista. En cada vez más hogares hay aparatos conectados a Internet que permiten, por ejemplo, regular la temperatura desde otro lugar, encender las luces o ver qué está pasando si la cámara detecta un movimiento extraño.
Pero como contracara del entusiasmo por un mercado en crecimiento surge el temor de que estos avances abran la puerta a los hackers hasta nuestras casas. Hace poco, un ataque mundial contra los routers paralizó el Internet de 900.000 clientes de la firma alemana Deutsche Telekom.
En los principales países desarrollados ya se dan las condiciones básicas para una «smart home» o casa inteligente. La Sociedad de Electrónica de Entretenimiento (gfu) alemana investigó, por ejemplo, que en cada tres de cuatro hogares hay un router con conexión a Internet y que un 84 por ciento de las personas tienen un smartphone en Alemania. Apenas un tres por ciento utiliza un control remoto para la calefacción, pero un 20 por ciento está interesado en ello.
Una encuesta a 5.000 hogares en los países europeos más grandes mostró que un 59 por ciento de los europeos está preocupado por el hecho de que extraños puedan acceder a los aparatos domésticos.
El ataque a Deutsche Telekom demostró que no son temores infundados. Para cometerlo se usó un «malware» conocido como Mirai, capaz de convertir dispositivos conectados en «bots» (robots informáticos) controlados remotamente por ciberdelincuentes. El «malware» no pudo establecerse en los routers, pero el ataque masivo los dejó fuera de funcionamiento.
Tras el incidente, los expertos coincidieron en que podría haber sido mucho peor, sobre todo por la escasa atención que se le presta en general a los routers, pese a que están en tantos hogares.
Lo mismo que a los dispositivos para vigilar a los bebés, que en la actualidad suelen venir con cámara y conexión WLAN. Las primeras noticias alarmantes llegaron desde Estados Unidos, donde algunos extraños consiguieron al parecer acceso a las habitaciones de los niños. La empresa tecnológica Rapid7 analizó siete monitores de bebés y encontró en todos ellos agujeros de seguridad.
Y no preocupan solo estos resultados, sino el hecho de que los fabricantes están lejos de plantearse incluir medidas de seguridad para hacer frente a esos problemas, criticaron los expertos. En algunos casos ni siquiera pudieron tener contacto con las empresas fabricantes, añadieron, algo que esperan cambie en el futuro.
La urgencia crecerá al mismo ritmo que el llamado «Internet de las cosas». Los últimos ataques cibernéticos han demostrado que los aparatos «tontos» como monitores de bebés, webcams, termostatos de calefacción o refrigeradores conectados a Internet se han convertido en un objetivo atractivo para los criminales.
El peligro no es solo que capturen estos dispositivos con cámara o micrófono, sino que una vez intervenidos puedan convertirse en una gigantesca red «bot» que a su vez es usada para atacar masivamente a otros aparatos o redes como ocurrió, por ejemplo, en octubre con el administrador de dominios estadounidense Dyn, que hizo que colapsaran numerosas webs.
Para hacer frente a estos riesgos, expertos como Arne Schönbohm, presidenta de la Oficina Federal de Seguridad Informática (BSI) de Alemania, han exigido que se cree un sello de seguridad para los aparatos.
También Hans-Joachim Kamp, presidente del consejo de vigilancia de la gfu, cree que las empresas tienen que actuar y crear estándares comunes. Hay que «trabajar duro» en conseguir soluciones lo más sencillas posible «pero asimismo tan seguras como sea posible», subraya.
Por Renate Grimming