Berlín, 8 ene (dpa) – El jefe de la seguridad interior de Alemania, Hans-Georg Maassen, defendió la labor de las fuerzas antiterroristas del país frente a las críticas que crecen con cada nuevo detalle sobre el islamista Anis Amri, autor del atentado que costó la vida a doce personas en un mercado navideño en Berlín.
«Los colegas del Centro Antiterrorista Conjunto encaran la cuestión con gran profesionalidad y experiencia», sostuvo el presidente de la llamada Oficina Federal para la Protección de la Constitución, en una entrevista concedida a dpa. «Yo por lo menos no puedo ver que los responsables en los distintos estados federados hayan cometido errores».
Amri embistió con un camión robado a una multitud en un mercado navideño en pleno centro de Berlín el 19 de diciembre. Doce personas murieron y más de medio centenar resultaron heridas, varias de ellas de gravedad.
La milicia terrorista Estado Islámico reclamó la autoría del atentado y difundió un video en el que el tunecino de 24 años le juraba lealtad y prometía venganza en nombre de hermanos musulmanes. Amri fue ultimado dos días más tarde durante un control policial en las afueras de Milán.
Datos recabados por el servicio de inteligencia interior que dirige Maassen indican que Amri se radicalizó en Alemania al entrar en contacto con círculos salafistas en el país.
Las autoridades alemanas le siguieron la pista a Amri durante meses por todo el país y sabían de sus visitas a mezquitas de esta corriente fundamentalista del islam. Asimismo, estaban al tanto de que había utilizado 14 identidades diferentes y habían recibido advertencias del servicio secreto marroquí de que estaba planeando un atentado.
Sin embargo, tras el atentado alegaron que no habían conseguido reunir pruebas concretas como para detenerlo. El Partido La Izquierda ha demandado una investigación parlamentaria sobre la labor de los servicios de inteligencia alemanes. A mediados de enero, los legisladores que controlan la labor de éstos abordarán el tema.
«Las evidencias eran escasas», defendió Maassen a sus colegas. «Amri afirmó que estaba en condiciones de adquirir armas y perpetrar atentados. Pese a que fue observado y vigilado durante largo tiempo, los indicios no se confirmaron. Y por ello no hubo motivo para detenerlo por islamista», argumentó.
«Creo que las autoridades de seguridad, especialmente las policiales, hicieron todo lo que estaba a su alcance para evaluar el peligro que representaba Amri. Pero también hay algo que está claro: Vivimos en un Estado de derecho y hay que tener en cuenta el marco legal».
Amri se radicalizó en medio de un ambiente salafista que está en proceso de cambio, señaló Maassen. Mientras que hace un par de años los salafistas se congregaban en torno a dos o tres predicadores, ahora forman grupúsculos en torno a distintas personas. «Ahora ya no se puede hablar de un ambiente salafista, sino de muchos puntos calientes».
Según la información oficial, Amri llegó a Alemania en 2015 y posteriormente se conectó con salafistas en mezquitas en Berlín y en el estado federado de Renania del Norte-Westfalia, en el oeste alemán.
El salafismo es una corriente sumamente conservadora del islam. Datos de los servicios alemanes indican que en el país hay en la actualidad unos 9.700 seguidores.
«No hay una, dos, tres, cuatro personas que den las órdenes. Este mundillo está dominado por muchas personas. Y tenemos que tenerlas en la mira», abundó Maassen. Agregó que se están gestando muchos grupos que se comunican a través de Internet o del servicio de chat Whatsapp. «Es algo que no existía hace un par de años», concluyó.
Por Sebastian Engel y Jörg Blank