Jülich (Alemania), 6 ene (dpa) – Al contrario de lo que se pensaba, el tejido de algunas zonas del cerebro sigue desarrollándose hasta la edad adulta, lo que permite mejorar algunas habilidades como el reconocimiento facial, según un estudio publicado el jueves en la revista «Science».
Hasta ahora se creía que en el desarrollo cerebral la denominada «eliminación sináptica» se daba en los primeros estadios de la niñez. Ahora los investigadores lograron demostrar que la estructura cerebral no permanece inalterable entre la niñez y la adultez, sino que se forman nuevos tejidos.
«La estructura del cerebro se modifica hasta bien avanzada la pubertad. Hay una estrecha relación entre nuestra capacidad para reconocer rostros y la estructura de tejidos», explicó la neurocientífica alemana Katrin Amunts, que forma parte del equipo internacional investigador.
«No está todo ahí desde el nacimiento. El bebé puede oír bien desde el nacimiento, pero otras capacidades se desarrollan con los años», añadió.
En la investigación participaron 22 niños de entre cinco y 12 años y 25 jóvenes de entre 22 y 28 años. Los participantes observaron varias imágenes y los científicos registraron con una resonancia magnética su actividad en dos zonas del cerebro: la que reconoce los lugares y la que identifica los rostros.
En el caso de los adultos, en las zonas cerebrales responsables del reconocimiento facial se detectaron indicios de tejidos adicionales que no tenían los niños.
«Creemos que las dendritas, que recopilan la información de distintas partes del cerebro y la llevan hasta determinadas células nerviosas, se desarrollan de forma especialmente acusada en la región cerebral responsable del reconocimiento facial», explicó Amunts. En la zona vecina, responsable del reconocimiento de los lugares, no se detectó ese tipo de cambios.
La capacidad de distinguir rostros -primero los de los padres y después de extraños o personas que se parecen- se desarrolla durante la niñez, subrayó Amunts. Está estrechamente relacionada con la región cerebral que procesa los rostros.
Amunts cree que este tipo de procesos de desarrollo puede darse también en otras zonas del cerebro, como el centro del habla, ya que las capacidades lingüísticas se desarrollan durante un periodo relativamente largo.