Madrid, 26 dic (dpa) – El año que en unos días acaba puede que no deje titulares impactantes, pero sí hay joyas con afán de perdurar más allá del runrún mediático que arropa un estreno. Directores casi noveles y consagrados dieron argumentos para pagar una entrada, sentarse en una sala y dejarse embaucar por la emoción del buen cine. Aunque la lista podría ser más larga, a continuación diez de esas razones:
«TONIERDMANN» es una comedia de regusto amargo con la que la directora alemana Maren Ade se adueñó de inmediato de los aplausos en el Festival de Cannes por su forma de mostrar cómo recomponen su relación una hija, ejecutiva de una gran multinacional, y su padre, un idealista de los 60. La cinta es además uno de esos trabajos que se pueden desgranar por capas, que ofrecen una lectura social y política además de la humana. Gran parte de la crítica ponía la Palma de Oro en manos de la realizadora, pero finalmente se llevó el premio «I, Daniel Blake», del británico Ken Loach, que también emocionó hasta la médula con un drama sobre el desempleo en el Reino Unido. Hasta los que reprochan al realizador británico un estilo demasiado panfeltario aplaudieron a este trabajo.
«LA LA LAND»: ¡Quién lo iba a decir! ¿Un musical como mejor película del año? ¿Y además con una trama clásica de una historia de amor? El tercer trabajo del casi desconocido Damian Chazelle, que irrumpió con «Whiplash», se perfila sin duda alguna como uno de los mejores del año por su arriesgada apuesta al hacer contemporáneo el género que vivió tiempos de gloria con Fred Astaire y Ginger Rogers, reliquias para la generación de YouTube. Al igual que ellos, sus protagonistas Ryan Gosling y Emma Stone cantan y bailan en la cinta. Ella, además, levantó la Copa Volpi en el Festival de Venecia a la mejor interpretación femenina. Y la película, que es la máxima favorita para los Globos de Oro, podría ser una de las triufadoras en los Oscar.
«NERUDA»: Al director chileno Pablo Larraían no hay grande que se le resista. Indagó en la muerte de Salvador Allende («Post Mortem») y este año se acercó al gran poeta de su país Pablo Neruda (con Luis Gnecco y Gael García Bernal) y lo remató con su primera producción en Hollywood y en inglés: «Jackie», un drama en el que su cámara hurga en el dolor de la primera dama estadounidense cuando su marido el presidente John F. Kennedy fue asesinado en Dallas. Larraín se corona así como el director latinoamericano del año y la revista «Variety» incluso lo nombra director internacional de 2016. Y aun cuando ambos trabajos se presentaron en Cannes y Venecia marchándose casi de vacío, la protagonista de «Jackie», Natalie Portman, figura como canditada a los Globos de Oro y todas las apuestas la colocan en la terna final de los Oscar.
«UN MONSTRUO VIENE A VERME»: El director español J.A. Bayona exhibe músculo comercial con este emocionante drama en el que la ternura se impone a las sombras. Escudada por Liam Neeson y Sigourney Weaver, la actriz de moda Felicity Jones se coloca al frente del cartel de esta producción internacional, que atrajo a millones de espectadores en todo el mundo. La cinta parte como favorita para los premios Goya del cine español con 12 candidaturas. Quienes parecen haber perdido su poderío para atraer al público son dos grandes como Pedro Almódovar y Fernando Trueba. «Julieta», un drama que vio su estreno salpicado por la polémica de los «Papeles de Panamá», en los que aparecía el nombre Almodóvar, no desató pasiones, como tampoco «La reina de España». La que parecía una esperada segunda parte de la exitosa «La niña de tus ojos», ha tenido una más que discreta acogida tanto de crítica como de público a pesar de contar con un portentosa Penélope Cruz al frente del cartel.
«ARRIVAL», del canadiense Denise Villanueve, soprendió en el Festival de Venecia al presentar una obra de ciencia ficción desprovista de espectaculares efectos especiales. Lo verdaderamente hipnotizante es la historia de su protagonista, una lingüista que consigue comunicarse con extraterrestres. Además de Villanueve, por esa platafoma de exhibición que son los grandes festivales pasaron obras inolvidables como «Patterson», uno de los mejores trabajos que ha ofrecido últimamente Jim Jarmusch; «Elle», del mejor Paul Verhoven, y protagonizado por una soberbia Isabelle Huppert, la argentina «El ciudadano ilustre», de Gastón Duprat y Mariano Cohn, con la que el actor Oscar Martínez se hizo con la Copa Volpi del Festival de Venecia o «Aquarius», de Kleber Mendoça Filho y con una deslumbrante Sonia Braga. Aunque hayan quedado fuera de estos circuitos también conviene incluir en esa misma categoría de imprescindibles dos dramas: «Moonlight», del director casi novel Barry Jenkins, que varios gremios cinéfilos sitúan como una de las mejores producciones del año; así como «Manchester by the Sea», de Kenneth Lonnergan, un director que tampoco es conocido, aunque tiene dos nominaciones al Oscar como guionista («Gangs of New York»).
«FUOCOAMARE»: El suplicio que viven los refugiados cuando se ven obligados a hacinarse en una destartalada barcaza y se lanzan al mar rumbo a Europa, muchas veces sin saber nadar y con la incertidumbre de si el barco podrá llegar a puerto, es lo que retrata el documental «Fuocoamare», que emocionó a Meryl Streep en el Festival de Berlín y le otorgó el Oso de Oro. El italiano Gianfranco Rosi consigue así colocar en los más alto un género que cuenta con cada vez más seguidores y que se va abriendo paso hasta en los grandes festivales. Además convierte a Rosi en el único documentalista que exhibe en vitrina un Oso de Oro y un León de Oro («Sacro GRA»).
«BIRTH OF A NATION»: Desde su estreno en Sundance este drama sobre la esclavitud parecía destinado a arrasar, sobre todo tras un 2015 en el que se criticó la falta de diversidad étnica en los Oscar. Sin embargo, la polémica de una violación en la que estuvieron implicados el director Nat Parker y el guionista (Jean Celestine) ha truncado la trayectoria de la cinta. Y en un año con varios disturbios raciales que encendieron a la opinión pública estadounidense no podían faltar dramas sobre la discriminación racial y sus consecuencias. «Loving», de Jeff Nichols, y «Fences», dirigida y protagonizada por Denzel Washington, parecen que asumirán por méritos propios esa bandera.
«ROGUE ONE»: El primer spin off de la Guerra de las Galaxias, es decir, un derivado de ese mundo galáctico, acaba de estrenarse y los fans lo han recibido con los brazos abiertos. El mexicano Diego Luna, la británica Felicity Jones y el danés Mads Mikkelsen son los protagonistas de esta historia diseñada para mantener vivo el entusiasmo por una de las sagas más exitosas de todos los tiempos y para que Disney pueda seguir sacando partido de esa una gallina de los huevos de oro que es todo ese universo más allá de la estratosfera. Otra cosa es el apoyo de la crítica y los premios, que no suelen acompañar a la saga. Por el momento el entusiasmo ha dejado ya 155 millones de dólares en el primer fin de semana en Norteamérica y más de 290 millones a nivel mundial. Habrá que ver si supera a la producción más taquillera del año hasta ahora en Estados Unidos: «Captain America: Civil War».
«ZOOTROPIA»: El ingenio de algunas producciones de animación arrastran al cine no sólo a niños, su público por excelencia, sino también a una legión de adultos y la diversión que ofreció «Zootropia» al humanizar un mundo animal y convertirlo en un alegato contra la discriminación la situaron entre las tres películas más taquilleras de este año, apenas superada por «Finding Dory», la anhelada secuela de la tierna «Finding Nemo», el pez payaso que encuentra el camino a casa con ayuda del olvidadizo pez azul, que ahora es el protagonista. La producción suizo-francesa «Ma vie de courgette», de Claude Barras, sobre un niño de diez años en un orfanato, también ha sido ensalzado como uno de los mejores trabajos de animación este año.
«SILENCE»: Dirigida por Martin Scorsese, no llegará a los cines hasta el próximo 23 de diciembre, pero unos pocos afortunados ya han podido verla y la sitúan como uno de los trabajos más solemnes del director de «Taxi Driver». Tras los excesos en «The Wolf of Wall Street», el director neoyorquino se adentra en la crisis de fe que sufre un misionero (Liam Neeson) en el Japón del siglo XVII, al que dos jóvenes curas (Andrew Garfield y Adam Driver) irán a rescatar. El estreno llega justo para entrar directamente en la carrera a los Oscar, donde muchos ya ven el nombre de Garfield, aunque sobre todo por su papel del primer soldado objetor de conciencia en «Hacksaw Ridge», la redención de Mel Gibson detrás de las cámaras. Tras un año con buenos peliculones, la noche de los Oscar promete.
Por María Luz Climent Mascarell