En total se han podido documentar 2.775 años de grandes tormentas que se produjeron en el oeste del Mediterráneo, en concreto en Lleida. Gracias a los registros sedimentarios del lago Montcortés, donde los depósitos son anuales, investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) y el Instituto de Física Química Rocasolano (IQFR), todos del CSIC, han logrado reconstruir año a año las lluvias extremas y relacionarlas con la Oscilación del Mediterráneo, un patrón atmosférico a gran escala que condiciona la precipitación de este área del planeta.
Contar con un registro de casi tres milenios tan completo y homogéneo ha permitido a los investigadores calcular con precisión los diferentes periodos de retorno de las tormentas en el pasado. “Gracias a las características del lago, el registro sedimentario es muy detallado por lo que podemos determinar hasta la estación del año en la que se produjeron las tormentas”, explica el investigador del IQFR Juan Pablo Corella.
Con este trabajo, publicado en Scientific Reports, los investigadores han logrado reconstruir fases negativas de la Oscilación del Mediterráneo durante los últimos tres milenios, un patrón climático determinado por el gradiente de presión entre el este y el oeste del Mediterráneo y que controla las lluvias en el sur de Europa. Así, cuando la Oscilación del Mediterráneo es negativa llueve más en la península ibérica.
«Las etapas secas de varias décadas a siglos de duración con menos episodios tormentosos han sido una tónica bastante habitual durante los últimos 3.000 años»
“Este detallado registro paleoclimático del oeste mediterráneo nos muestra que las etapas secas de varias décadas a siglos de duración con menos episodios tormentosos han sido una tónica bastante habitual durante los últimos 3.000 años del Holoceno”, contextualiza el investigador del MNCN Gerardo Benito. “Los datos obtenidos nos pueden ayudar a comprender el comportamiento del clima ante el cambio global”, continúa.
¿La sequía echó a los romanos?
A través de esta resolución anual, se ha comprobado cómo entre los años 370 y 670 la Península vivió una etapa especialmente seca, con pocas lluvias a la vez que las temperaturas en Europa eran frías. Posiblemente estas condiciones climáticas tuvieran una influencia socio-económica en el declive final del Imperio Romano y el auge del periodo migratorio europeo.
Durante la Edad Media cuando las temperaturas fueron algo más cálidas que en la actualidad hubo una alternancia de episodios muy secos y lluvias extremas. Una mayor estabilidad hídrica ocurrió entre 1537 y 1805 coincidiendo con la bajada generalizada de las temperaturas que se produjo y que ha llevado a bautizar esta etapa como la Pequeña Edad del Hielo europea.
SINC