Ciudad de México, 29 oct (dpa) – Es el jefe del equipo más exitoso de la Fórmula 1, pero su trabajo se asemeja al de un domador de leones: Toto Wolff, director deportivo de Mercedes, es el encargado de controlar que los egos de Nico Rosberg y Lewis Hamilton no provoquen un colapso en la escudería que ganó los últimos tres mundiales.
Con su acostumbrado equilibrio, Wolff sabe que está frente a una situación límite donde será necesaria su muñeca: el domingo, Rosberg puede ganar su primer título después de los dos ganados por Hamilton, pero el británico es el único capaz de impedirlo y ya avisó que no se rendirá.
Ante esa circunstancia, el ex piloto austríaco sabe que, bajo ningún concepto, alguien se puede permitir perder el control antes de la coronación.
«No hay una guerra psicológica igual a la que los dos han librado en los últimos años. Hay un buen ambiente entre ambos, pero siempre soy escéptico», admitió Wolff recientemente. «Estoy esperando descubrir si es un volcán al borde de la erupción o no».
Wolff conoce perfectamente que puede esperar del dúo de pilotos de la categoría reina del automovilismo, tanto positiva como negativamente. Rosberg y Hamilton podrían cometer imprudencias, pues este domingo se podría decidir el Mundial en la antepenúltima carrera de la temporada, que tendrá lugar en el Autódromo Hermanos Rodríguez de México.
El líder de la clasificación, Rosberg, y su mayor contrincante, Hamilton, no se permitirán concesiones. La intransigencia es parte de todo piloto de Fórmula 1, pero por supuesto los dos quieren evitar un accidente derivado de un duelo directo.
Rosberg admitió que la rivalidad entre los dos «es intensa». Pero «también desde hace poco el ambiente ha mejorado». Sin embargo, el alemán no quiso hablar más sobre su relación. Ahora su atención se centra en su propio rendimiento. «Intento ir a lo mío y obtener el mejor resultado», dijo Rosberg.
Hamilton opina lo mismo y es que un campeón del mundo debe pensar así. Aunque en una combinación de pilotos tan explosiva cabe esperar que se produzcan colisiones.
Solo hay que pensar en el Gran Premio de Bélgica de agosto de 2014: en el circuito de Spa se produjo el primer toque decisivo entre los pilotos cuando Rosberg embistió el monoplaza del británico y le rajó una rueda. O este año en el Gran Premio de España: en Barcelona los dos colisionaron cuando Hamilton intentaba adelantar a Rosberg.
Pero Wolff, como jefe del equipo, tiene el deber de reprender a los contrincantes o de halagarlos. Y puesto que parece que el director de Mercedes Niki Lauda se inclina ligeramente por el temperamental Hamilton, Wolff lo hace por el calculador Rosberg. El equilibrio lo es todo, también en la Fórmula 1.
La mediación es seguramente uno de los puntos fuertes de Wolff. «Se trata de desarrollar el entendimiento sobre cómo debe estar establecida la organización, en qué papel actúan mejor los chicos y chicas o qué condiciones marco se deben crear de forma que favorezcan el rendimiento», asegura el hombre de 44 años sobre el trabajo de dirección del equipo.
Su relación con Rosberg y Hamilton ha cambiado desde que aceptó el puesto de director deportivo de Mercedes en enero de 2013.
«Cuando se pasan años junto a una persona, los dos crecen también juntos, los dos se conocen mejor y ganan confianza. Nosotros conocemos perfectamente las fortalezas y las debilidades del otro, las tomamos en consideración e intentamos sacar lo mejor de la personalidad de cada uno», dijo Wolff describiendo su relación con las dos estrellas.
Aún no está nada decidido, ya que tanto Rosberg como Hamilton tienen posibilidades de alzarse victoriosos en el Mundial de este año. Sea quien sea el ganador, Wolff solo espera que se decida en una competición justa entre los dos. Y ahí estará su mano de domador, para calmar a las fieras si es necesario.
Por Martin Moravec