Tordesillas (España), 16 sep (dpa) – «¡La tortura no es cultura!». El grito contra la matanza del toro Elegido no tuvo hoy efecto: el astado murió a lanzazos en la localidad española de Tordesillas como marca una polémica tradición que volvió a desencadenar enfrentamientos.
Detractores y defensores del Torneo del Toro de la Vega, que se celebra cada septiembre en este pueblo de la provincia de Valladolid (centro), se lanzaron insultos, amenazas y alguna pedrada al inicio de una de las ediciones más tensas.
Entre 200 y 300 personas se congregaron a primera hora de la mañana en la localidad para tratar de impedir la salida del astado. Cada año, el animal es conducido desde el pueblo hasta campo abierto, donde decenas de personas lo persiguen con lanzas de tres metros a pie y a caballo para darle muerte.
En un lado, los contrarios al torneo lanzaban consignas: «Aquí estamos, nosotros no matamos». En el otro, los vecinos del pueblo les abucheaban y les instaban a abandonar la localidad: «¡Marchaos a vuestro pueblos!».
En medio, las fuerzas de seguridad trataban de que los gritos y los insultos no llegaran a más. Rodeados de pitidos, abucheos y proclamas, los agentes de la Guardia Civil se llevaron a la fuerza, uno a uno, a todos los manifestantes que intentaban resistir enlazados.
Algunos activistas también se esposaron a un puente situado dentro del recorrido que realiza el toro, mientras que otros dos jóvenes fueron detenidos por encender fuego en las proximidades.
Sus acciones consiguieron posponer media hora el festejo pero no lograron impedirlo. Elegido, un toro de pelo negro de 600 kilos de peso, fue abatido a pie por Álvaro Martín, un joven albañil de 28 años que asestó tres lanzazos al astado hasta terminar con su vida.
Según el Ayuntamiento de Tordesillas, una localidad de unos 7.000 habitantes, unas 40.000 personas presenciaron en esta ocasión la agonía del animal.
Amparado legalmente por el reglamento de espectáculos taurinos de la región de Castilla y León, el festejo divide cada año a los españoles: los que lo defienden apelan a una tradición histórica que tiene su origen en la Edad Media, mientras que los que lo rechazan denuncian la tortura a la que se somete al toro.
El pasado sábado, un millar de personas salió a la calle en Madrid para pedir la abolición del festejo y denunciar el maltrato que sufre el astado. Artistas, músicos y actores se sumaron a una campaña que instaba a «romper una lanza contra el Toro de la Vega».
«La situación es muy grave para la imagen del país; sentimos que no nos representa como españoles», dijo a dpa entonces Silvia Barquero, presidenta del partido animalista PACMA, convocante de la manifestación.
La polémica llegó también hace unos días al Congreso de los Diputados. La coalición Izquierda Plural, que aúna a varios partidos de la izquierda española, presentó en la Cámara una proposición no de ley para instar al gobierno conservador de Mariano Rajoy a suprimir un festejo que consideran «carente de valor cultural y tradicional».
La denuncia recaló también en la Unión Europea (UE). El Parlamento Europeo aceptó en junio investigar las posibles irregularidades que se cometen en Tordesillas respecto a la normativa comunitaria.
Por contra, un grupo de profesores y catedráticos universitarios de España, Colombia y Portugal lanzó recientemente un alegato a favor del polémico torneo, del que destacaron su valor social, histórico y etnológico.
Por Ana Lázaro Verde