Múnich, 18 jun (dpa) – Casi la mitad del actual elenco de bailarines del Ballet Estatal de Baviera, entre ellos los solistas Lucía Lacarra y Marlon Dino, abandonará la compañía debido al inminente desembarco del nuevo director Igor Selensky.
Se espera que 29 de los 66 integrantes dejen el ballet muniqués al no encajar en el proyecto de la nueva dirección. Los planes de Selensky también dejan fuera de juego a uno de los principales patrocinadores de la compañía alemana, que dejará de apoyar económicamente al ballet.
«El señor Selensky tiene seguramente su propio criterio y sus planes, lo que es legítimo según mi punto de vista, pero me hubiese gustado que el actual ballet estatal no se rompiese en pedazos incluso antes de su desembarco oficial», dijo en declaraciones a dpa la empresaria Irène Lejeune, una de las patrocinadoras más importantes del Ballet de Múnich.
Después de donar durante los últimos ocho años 1,3 millones de euros (1,5 millones de dólares), Lejeune confirmó que su decisión de dejar de apoyar económicamente a la compañía es «definitiva».
Igor Selensky, ruso de 46 años, es un reconocido y experimentado director de ballet. En su juventud fue primer bailarín del Teatro Mariinski de San Peterburgo y en la actualidad dirige el ballet de Novosibirsk y el ballet Stanislavski de Moscú. Este último trabajo pretende seguir compaginándolo con su nuevo cargo en Múnich.
Por el momento, el futuro director del Ballet Estatal de Baviera se defendió de las críticas asegurando que su nueva tarea como director del ballet estatal consiste en mantener la evolución de la compañía y lograr que siga creciendo.
«En los últimos meses he trabajado para traer al ballet de Múnich a bailarines de gran talento. Estoy seguro de que el público va a recibir con entusiasmo a estos nuevos miembros de la compañía y se encariñarán rápidamente con ellos», señaló.
Las voces más críticas con Selensky temen que tantos cambios echen por tierra el legado de su antecesor, Ivan Liska. En este sentido, el sector comprende que todo nuevo director tiene el derecho de impulsar un proyecto propio en uno de los ballets con más renombre de Alemania pero considera que los cambios acometidos exceden a lo que suele ser habitual.
Hasta ahora no ha trascendido cuál será el programa ni la apuesta estética por la que se inclinará el director ruso, aunque se cree que en su primera temporada al frente del ballet muniqués mantendrá el espíritu de la compañía que habitualmente presenta al público un repertorio reconocido de obras clásicas y modernas.
Su antecesor en el cargo, Ivan Liska, no quiso entrar en la polémica que en las últimas horas ha sacudido al mundo cultural muniqués, evitando pronunciarse sobre una posible destrucción de su legado.
«Espero que el Ballet Estatal de Baviera siga siendo un referente como en los últimos 25 años y que yo pueda decir que mi sucesor lo hace mejor que yo», agregó Liska.
Por Georg Etscheit