La COP30 afronta su último día con un borrador más diluido que el inicial, al eliminar cualquier referencia a una hoja de ruta para abandonar de forma gradual los combustibles fósiles, principales responsables del calentamiento global.

Ese borrador se dio a conocer a primera hora de la mañana de este viernes tras una accidentada tarde de jueves en la que un incendio en la zona de pabellones obligó a evacuar a las personas asistentes (21 fueron atendidas, la mayoría por inhalación de humo y otras por crisis de ansiedad) y a cerrar la Zona Azul de la COP30 -donde se celebran las negociaciones de delegados de casi 200 países- durante casi siete horas.
El texto propuesto por la Presidencia brasileña, al que tuvo acceso Servimedia, tiene visos de ser el que se someta a consideración en el Plenario de la COP30, puesto que no contiene corchetes ni opciones abiertas.
La propuesta de acuerdo político principal, titulado ‘Mutirão Global: unir a la humanidad en una movilización mundial contra el cambio climático’, queda diluida respecto al primer borrador, que reactivó el lenguaje sobre el abandono de los combustibles fósiles después de que este asunto quedara relegado el año pasado en Bakú (Azerbaiyán).
Al igual que el primer borrador, se refiere a los cuatro temas principales de la agenda de la COP30: financiación, medidas comerciales unilaterales, presentación de informes de transparencia y cómo reducir la brecha de recorte de emisiones entre lo planteado en los planes climáticos nacionales y lo necesario para que el calentamiento global no supere la barrera de 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales.
MENOS FUERZA
Sin embargo, su mensaje pierde fuerza porque cierra la puerta a una hoja de ruta para dejar atrás el petróleo, el gas y el carbón después de que el primer borrador instara a los países a “colaborar para eliminar progresivamente, lo antes posible, las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles que no abordan la pobreza energética ni las transiciones justas”.
Además, el primer texto proponía “convocar una mesa redonda ministerial de alto nivel” para que los países elaboren hojas de ruta que ayuden a la “superación progresiva de su dependencia de los combustibles fósiles” y detener la deforestación.
Y en materia de ambición para cumplir el objetivo de 1,5 grados, planteaba “acelerar las acciones para triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial, duplicar la tasa promedio anual mundial de mejoras en la eficiencia energética para 2030 y abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos de manera justa, ordenada y equitativa”.
Las consultas presidenciales evidenciaron que ese asunto era una línea roja que los países productores de combustibles fósiles no estaban dispuestos a traspasar. De hecho, el presidente de la COP30, André Correa do Lago, reconoció que algunas delegaciones apoyaban esa mención inicial, pero otras se mostraban “muy recitentes”. “Tenemos dos categorías principales: opiniones muy favorables y algunas muy negativas sobre la financiación”, admitió.
El pasado martes por la tarde, ministros de cerca de una veintena de países, entre ellos España, dieron un golpe en la mesa al plantear en una rueda de prensa que la COP30 pacte una hoja de ruta para una “transición justa, ordenada y equitativa” que deje atrás los combustibles fósiles.
Poco después, esa petición contó con el respaldo de 81 países y la UE. No estaban en la lista China, Estados Unidos, India, Rusia e Indonesia, cinco de los seis mayores emisores de gases de efecto invernadero, ni tampoco naciones petroleras como Arabia Saudí.
Aunque esa lista incluía a productores de petróleo y gas como Brasil, Colombia, México y Noruega, los firmantes solo aglutinaban un 75% de la energía mundial procedente de combustibles fósiles, según un análisis de Carbon Brief.
AVANCES
Por otro lado, el texto propuesto por la Presidencia brasileña “llama a hacer esfuerzos” para que los países desarrollados tripliquen el dinero que destinan a adaptación climática de las naciones en desarrollo entre 2025 y 2030, una mejora respecto a lo pactado en la COP26 de Glasgow en 2021, cuando se acordó duplicar esos niveles de 2019 a 2025.
Además, incluye como novedad crear un ‘Acelerador Mundial de la Implementación’, que tendría carácter voluntario para mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados respecto a la era preindustrial.
También plantea poner en marcha la ‘Misión de Belém hacia 1.5’ con el fin de fomentar la ambición de los planes nacionales de adaptación y de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero.
Igualmente, propone “impulsar con urgencia” medidas para aumentar la financiación para acción climática de los países en desarrollo hasta llegar a al menos 1,3 billones de dólares en 2035, así como mantener la senda para que los países ricos movilicen como mínimo 300.000 millones de dólares ese año, algo que ya se pactó el año pasado en la COP29 de Bakú. Y plantea un programa de trabajo de dos años sobre financiación climática.
