Desde finales de los 80, las escuelas deportivas de Carreño son ejemplo de educación, convivencia y salud. Un proyecto que sigue creciendo con la comunidad.

En cada cita con la formación deportiva, Carreño demuestra que el deporte no solo se practica: también se aprende. En las instalaciones municipales de Candás, el movimiento se convierte en una lección diaria de esfuerzo, convivencia y respeto.
Esa es, desde hace casi cuatro décadas, la esencia de las escuelas deportivas municipales del concejo: un espacio donde generaciones de vecinos han aprendido que competir también significa compartir.
Un proyecto que nació con vocación pública
A mediados de los años ochenta, Carreño dio un paso decisivo en la promoción del deporte como servicio público. El Patronato Deportivo Municipal (P.D.M.) se constituyó oficialmente en 1985, con el propósito de acercar la práctica deportiva a todos los ciudadanos y fomentar la cultura física y la participación social.
Poco después, hacia 1988, se inauguró el Complejo Deportivo “Vicente López Carril”, que se convirtió en el corazón de la actividad física local y en un punto de encuentro para clubes, colegios y familias.
Desde entonces, Carreño ha mantenido una red estable de escuelas deportivas municipales que abarca disciplinas como atletismo, ajedrez, balonmano, ciclismo, fútbol, gimnasia rítmica, piragüismo y voleibol, además de programas de iniciación infantil.
Más que una oferta de ocio, representan un modelo de aprendizaje continuo que ha sabido evolucionar con los tiempos.
El deporte como escuela de vida
Las escuelas deportivas municipales son mucho más que un espacio para entrenar. Son lugares donde los niños y niñas aprenden valores esenciales: respeto, cooperación, esfuerzo, humildad y empatía. En Carreño, muchos monitores y entrenadores son también educadores vocacionales. Su trabajo diario, silencioso y constante, convierte la pista en una prolongación del aula.
En una época dominada por las pantallas y la prisa, estas escuelas ofrecen algo distinto: tiempo compartido, disciplina, convivencia y amistad.
Cada sesión de entrenamiento se convierte en una lección sobre cómo convivir, levantarse tras la derrota y celebrar los pequeños logros del día a día.
Las personas que sostienen el proyecto
Si las escuelas deportivas siguen vivas después de casi cuarenta años, es gracias a las personas. Responsables, entrenadores, monitoras, coordinadores, técnicos municipales, familias y también voluntarios conforman una red invisible que mantiene en marcha el corazón deportivo del concejo.
Su labor, muchas veces discreta, es esencial para que cada grupo de niños tenga la oportunidad de aprender jugando, sin barreras y con igualdad de oportunidades.
También hay que reconocer el papel de las asociaciones deportivas locales, los clubes y el propio personal que cuida las instalaciones, revisa el material y garantiza que todo funcione cada día. Sin ese compromiso colectivo, el deporte municipal no tendría continuidad.
Instalaciones que también educan
Las instalaciones deportivas no son solo infraestructuras: son espacios sociales y educativos. Cuidarlas, mantenerlas y modernizarlas es una forma de enseñar respeto por lo común.
Cada grada limpia, cada vestuario adaptado, cada pista en buen estado transmite un mensaje de responsabilidad colectiva.
El reto no está solo en construir nuevas instalaciones, sino en preservar las existentes y asegurar que sigan siendo accesibles para todos. El apoyo de las administraciones y de la comunidad resulta fundamental para que estas escuelas continúen ofreciendo un entorno seguro, saludable y formativo.
Educación, salud y comunidad
El deporte municipal cumple funciones que van mucho más allá de la competición.
Contribuye a la salud pública, fortalece los vínculos entre generaciones y promueve hábitos de vida activa. Las escuelas deportivas enseñan a los más pequeños que el esfuerzo tiene recompensa, que el respeto al rival es parte del juego y que la cooperación vale más que la victoria individual.
Además, en un concejo como Carreño, donde el sentimiento de comunidad es fuerte, el deporte se ha convertido en una forma de encuentro social. En cada entrenamiento hay algo más que ejercicios físicos: hay historias, ejemplos y aprendizajes que se trasladan a la vida cotidiana.
Un proyecto que merece continuidad
El valor de las escuelas deportivas no se mide en medallas, sino en su capacidad para educar y unir. Por eso es esencial que sigan recibiendo apoyo, tanto institucional como ciudadano.
El futuro del deporte base depende de que se mantengan los programas, se formen nuevos monitores y se garantice el acceso a todos los vecinos, sin diferencias.
La educación a través del deporte es una inversión a largo plazo que repercute en la salud, la convivencia y el desarrollo personal. Carreño ha sabido entenderlo desde los años ochenta, y ese camino merece continuar con el mismo compromiso que lo vio nacer.
Casi cuatro décadas después
Hoy, las escuelas deportivas de Carreño son un ejemplo de cómo el esfuerzo compartido entre instituciones, familias y profesionales puede transformar una comunidad. A finales de los años 80 comenzó una historia que aún se escribe cada día, con cada entrenamiento y con cada sonrisa que sale de la cancha.
Porque el deporte, cuando se vive con sentido humano, es una de las mejores herramientas para aprender a convivir. Y en Carreño, esa lección sigue vigente.