En mi opinión, destaco el partido de Champions entre el París y el Barcelona, pues el año pasado ambos equipos ofrecieron un fútbol muy vistoso. Los franceses se proclamaron campeones de Europa con todo merecimiento tras derrotar al Inter de Milán, conjunto que, a su vez, había impedido que el Barcelona alcanzara la final.

El encuentro entre el Barcelona y el París, con los azulgranas como locales, era una excelente ocasión para medir las posibilidades actuales de ambos equipos. La expectación era grande por la enorme calidad de los dos conjuntos. Y no defraudaron: fue una auténtica fiesta de fútbol, un partido abierto, intenso y emocionante, cuyo resultado no se decidió hasta el pitido final. Cualquiera de los dos pudo haberse llevado la victoria.
Tiene mucho mérito el trabajo de Luis Enrique, que ha formado un equipo de altísimo nivel con Vitinha y Fabián, dos centrocampistas entre los mejores del mundo. El conjunto francés logró imponerse finalmente al Barcelona en el marcador, mostrando un gran equilibrio entre talento y eficacia.
Viendo este partido, uno solo puede exclamar: viva el fútbol.
También merece mención especial el duelo que protagonizaron Lamine y Nuno Mendes. El lateral portugués es, sin duda, uno de los mejores jugadores del mundo en su posición, mientras que Lamine es un futbolista extraordinario y espectacular. Ambos ofrecieron un enfrentamiento brillante, un auténtico recital de técnica, velocidad y talento.
El mejor gol de la segunda jornada de la Champions lo marcó Mayulu, del París. Nació de una galopada sensacional de Nuno Mendes, que culminó con un pase de gol medido para que el delantero definiera hábilmente con la pierna izquierda. No fue un tanto sencillo: el portugués imprimió al balón la fuerza y la precisión exactas para superar la defensa rival y permitir que su compañero controlara, amagase y finalizara con total maestría. Un gol de clase mundial.
Helio del Busto