Un fin de semana puede convertirse en toda una aventura si en lugar de los destinos más concurridos buscamos lugares menos conocidos, pero llenos de encanto. España está repleta de rincones que sorprenden y permiten desconectar sin tener que ir muy lejos.

Uno de ellos es Albarracín, en Teruel. Sus calles empedradas, casas rojizas y murallas medievales ofrecen un paseo que parece sacado de otro tiempo. Un lugar perfecto para perderse sin prisas.
En Galicia, Combarro destaca por sus hórreos frente al mar y sus estrechas calles de piedra. Pequeño pero lleno de vida, es ideal para disfrutar de la gastronomía gallega en un ambiente único.
Para los amantes de la naturaleza, el Valle de Benasque en Huesca ofrece paisajes pirenaicos impresionantes. Rutas de senderismo, aire puro y tranquilidad garantizada.
En el norte, el valle de Liébana (Cantabria) combina cultura, montaña y buena mesa. Es un lugar perfecto para quienes desean alternar descanso con visitas culturales.
El encanto de estas escapadas está en lo inesperado: descubrir pueblos y valles que, sin estar en todas las guías, se convierten en recuerdos memorables. A veces no hace falta viajar lejos, basta con elegir un rincón diferente para que el fin de semana se convierta en toda una experiencia.