La ortodoncia comenzó a consolidarse como especialidad dental a mediados del siglo XIX. El dentista estadounidense Edward Angle fue una figura central en este proceso al desarrollar un sistema de clasificación de las maloclusiones, que permitió establecer una base teórica para el diagnóstico y tratamiento de los problemas de alineación dental. Además, fue uno de los primeros en introducir aparatos correctivos como los brackets, lo que dio inicio a una práctica sistemática dentro del campo odontológico.
Un cambio significativo se produjo en 1999 con el desarrollo de alineadores transparentes. El sistema Invisalign en Gijón se ha convertido en una alternativa elegida por muchos pacientes, ya que ofrece un tratamiento más discreto. Los alineadores son retirables, lo que permite a los pacientes mantener una higiene bucal adecuada durante el tratamiento. Esta posibilidad representa una diferencia relevante con los aparatos tradicionales fijos, tanto en términos de comodidad como de funcionalidad.
Durante el siglo XX, la ortodoncia incorporó nuevos materiales y técnicas. Los brackets metálicos tradicionales se mejoraron con el uso de aleaciones más livianas y resistentes, lo que permitió una mayor eficiencia en los tratamientos. Estos avances contribuyeron a reducir el tiempo de uso de los aparatos y a facilitar su adaptación. A medida que crecían las demandas de los pacientes, también se introdujeron dispositivos menos visibles y más cómodos, en respuesta a una preocupación creciente por el impacto estético del tratamiento.
En la década de 1970, la aparición de los brackets de cerámica y los alambres de acero inoxidable supuso un avance técnico y visual. Estos materiales ofrecían mejores resultados desde el punto de vista clínico y eran más aceptados por los pacientes adultos, lo que amplió el alcance del tratamiento. La combinación de eficiencia técnica y discreción visual impulsó la adopción de la ortodoncia en sectores más amplios de la población, que antes podían mostrarse reticentes a iniciar un tratamiento por cuestiones de imagen.
El sistema Invisalign representó otro punto de inflexión. Su desarrollo permitió planificar el tratamiento de forma digital, mediante imágenes en tres dimensiones que ayudan a prever los movimientos dentales. Cada alineador se fabrica a medida, lo que permite una adaptación individual. “Esta tecnología también ha ampliado el rango de personas que pueden acceder al tratamiento, incluyendo no solo a adolescentes sino también a adultos que antes no consideraban viable la corrección dental por razones profesionales o personales”, explican desde la Clínica Dental del Canto.
La evolución de la ortodoncia está marcada por una mejora continua en los métodos de intervención. La transición desde herramientas rudimentarias hasta sistemas personalizados con soporte digital refleja una transformación profunda. Hoy, los tratamientos se centran tanto en la eficacia como en la experiencia del paciente, con un enfoque que busca reducir molestias, acortar plazos y preservar la estética durante el proceso.
Estos cambios también han tenido un impacto en la formación profesional y en la organización de los servicios. La incorporación de nuevas tecnologías exige una actualización constante por parte de los ortodoncistas. Clínicas especializadas, como las que funcionan en Asturias, han incorporado escáneres intraorales, programas de planificación virtual y laboratorios propios que permiten un control más preciso del tratamiento desde la primera consulta.
El recorrido histórico de esta especialidad permite observar cómo ha pasado de ser un procedimiento reservado a unos pocos a convertirse en una opción accesible para un público más amplio. La combinación de investigación clínica, avance técnico y demanda social ha dado lugar a una práctica más flexible y adaptada. En este contexto, la ortodoncia continúa en evolución, con el objetivo de ofrecer soluciones concretas para mejorar la salud bucodental y responder a las preferencias de los pacientes.