Berlín, 7 jun (dpa) – Las elecciones al Parlamento Europeo amenazan en Alemania con aumentar la presión sobre la difícil coalición tripartita del canciller Olaf Scholz, en un año políticamente crucial para el país.
Unos resultados débiles serían un mal presagio para el socialdemócrata Scholz justo tres meses antes de tres elecciones regionales en el este, en las que se prevé que la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) obtenga buenos resultados.
Las próximas elecciones nacionales también están en el horizonte, en 2025, y las posibilidades de que el canciller mantenga su puesto parecen sombrías.
La coalición de Scholz necesita desesperadamente un nuevo comienzo, pero es poco probable que las elecciones europeas -que se celebran en Alemania este domingo- le brinden el impulso que él, su Partido Socialdemócrata (SPD) y su coalición de gobierno necesitan con urgencia.
Con el lema «Las voces más fuertes de Alemania para Europa», los carteles de campaña del SPD en las calles de Berlín y de todo el país muestran retratos de Scholz y de la principal candidata del partido al Parlamento de la Unión Europea, Katarina Barley.
Sin embargo, según el politólogo Lothar Probst, el canciller «no se percibe como una voz fuerte en Europa» antes de las elecciones.
«Con un resultado modesto para su partido, corre el riesgo de hundirse aún más en el favor de los votantes y perder apoyo dentro de su propio partido», declaró Probst al diario «Handelsblatt».
Las encuestas sobre las elecciones europeas sitúan actualmente al SPD en torno al 14 por ciento, ligeramente por debajo de sus resultados de 2019 (15,8 %), pero muy lejos del 25,7 por ciento con el que Scholz ganó las elecciones federales de 2021.
Aquella victoria, aunque ajustada, allanó el camino para que el SPD volviera al timón de la mayor economía de Europa tras 16 años de gobierno liderado por los conservadores de Angela Merkel.
Las noticias no son mucho mejores para los socios de coalición de Scholz. Con alrededor del 13 por ciento, Los Verdes están muy por debajo del impresionante 20,5 por ciento en las elecciones europeas de 2019. Por su parte, se prevé que el Partido Liberal (FDP) solo llegue a un cuatro por ciento.
Juntos, la coalición del «semáforo» -llamada así por los colores rojo, verde y amarillo de los partidos- aspira a obtener el 31 por ciento de los votos. Si esto se reflejara en las elecciones generales, quedaría muy lejos de la mayoría.
Además, la mayoría de los ciudadanos alemanes parece estar descontenta con Scholz. Según una encuesta reciente, el 59 por ciento califica de «mala» su labor como canciller.
Tras dos años y medio de mandato, la popularidad de la coalición de centro-izquierda ha ido disminuyendo por varias razones. Sobre todo, la preocupación por el aumento de la inmigración y la sensación de que se ha dejado solos a los municipios con este asunto han jugado a favor de la extrema derecha.
La inmigración neta a Alemania alcanzó en 2022 el nivel más alto jamás registrado, debido sobre todo a la afluencia de refugiados que huyen de la guerra en Ucrania. Las solicitudes de asilo han aumentado año tras año, pero han vuelto a caer en 2024, y el gobierno se atribuye el mérito de este descenso.
La política energética, incluida una controvertida ley para sustituir los viejos sistemas de calefacción por otros de energías renovables, y las constantes disputas entre los socios de la coalición, han mermado aún más el apoyo.
Además, los hogares sufren los efectos de una inflación temporalmente alta debido a la guerra de Ucrania y al débil desarrollo económico. El verano pasado, Alemania volvió a ser calificada de «enfermo de Europa», como lo fue a principios del milenio.
Se espera que el resultado de las elecciones europeas y las regionales de septiembre sean un «disparo de advertencia para los partidos gobernantes», según los investigadores Max Becker y Nicolai von Ondarza, del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP), que asesora al Gobierno alemán.
Si los resultados finales coinciden con los sondeos actuales, el bloque conservador CDU/CSU -que encabeza las encuestas de cara a las elecciones europeas en Alemania con cerca del 30 por ciento- vería reforzada su ambición de recuperar la cancillería en los comicios del próximo año.
La AfD, mientras tanto, ha visto disminuir su popularidad tras una serie de escándalos, cayendo desde principios de año a alrededor del 15 por ciento para la votación de la UE, pero aún considerablemente más alto que su resultado en 2019.
Esto podría impulsar a la AfD mientras se prepara para desafiar a los partidos dominantes en tres elecciones en el este de Alemania -su corazón electoral- en septiembre. En Sajonia, Thüringen y Brandeburgo se prevé que el partido obtenga entre el 25 y el 34 por ciento de apoyos.
Aunque los partidos mayoritarios se han comprometido a no cooperar con la AfD, manteniendo el llamado «cortafuegos», el auge de la AfD en las encuestas significa que los conservadores se han desplazado más a la derecha en temas como la migración para no perder más votos.
Las encuestas también muestran que el recién creado partido de la alianza Sahra Wagenknecht (BSW) está ganando terreno, en torno al siete por ciento. Este partido populista combina una política social de izquierdas con una postura antiinmigración y críticas a la Unión Europea. Aún no se ha puesto a prueba en las urnas.
Algunos creen que un resultado débil de la coalición de Scholz puede afectar a la posición de Alemania en Bruselas.
Las disputas internas, por ejemplo sobre la reforma de la política migratoria de la UE o la eliminación progresiva del motor de combustión, ya han empañado la imagen de Berlín como fuerza líder en Europa.
Recientemente, una ley de la UE sobre la cadena de suministro causó controversia dentro de la coalición, enfrentando al SPD y a Los Verdes con su socio menor, el FDP, lo que provocó que Alemania se abstuviera en la votación al no poder encontrar una posición común.
Por Charlotte Nijhuis (dpa)