Hamburgo, 9 may (dpa) – Verano, sol y fútbol son a menudo una mezcla perfecta, y eso nunca fue más el caso que en 2006, cuando Alemania organizó la Copa del Mundo masculina.
Ahora el país alberga otro gran torneo de fútbol masculino -la Eurocopa 2024-, pero es poco probable que el impacto sea el mismo que entonces, por varias razones.
La historia de Alemania en el siglo XX hizo que ondear la bandera o llevar los colores nacionales estuviera mal visto en algunos sectores, pero todo cambió cuando una modesta selección terminó tercera y cautivó a todo un país, que abrió sus puertas a aficionados de todo el mundo para la fiesta.
Muchos que no se interesan demasiado por el fútbol en Alemania creen que el equipo dirigido por Jürgen Klinsmann ganó el torneo, tal fue el júbilo y el bombo. Olvidan que perdieron una semifinal épica contra Italia, a la postre campeona, pero la victoria global no pareció importar en medio de la alegría del llamado «cuento de hadas» de aquel verano.
Oliver Bierhoff, durante muchos años director de la selección nacional en la Federación Alemana de Fútbol (DFB), rememoró la victoria en declaraciones a dpa: «Nos presentamos excelentemente como país».
Nueve años después de aquella Copa Mundial, salió a la luz que Alemania podría haber comprado votos para ganar la decisión de organizar la edición de 2006, mancillando para algunos los recuerdos de aquel verano mágico.
El torneo de 2006 había sido el mayor acontecimiento en el país desde la reunificación alemana. Pero, en comparación con la actualidad, tuvo lugar en tiempos más tranquilos.
Hoy en día, existen varias crisis geopolíticas, con dos grandes guerras en Ucrania y la Franja de Gaza, mientras que las consecuencias de la pandemia del coronavirus aún se dejan sentir. Además, la catástrofe climática es un problema constante.
En el plano nacional, la economía alemana está estancada y el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) podría ganar en las elecciones regionales en el este del país en septiembre.
El Gobierno de coalición encabezado por el canciller Olaf Scholz, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, también es profundamente impopular, mientras que en 2006 gobernaba la conservadora Angela Merkel.
¿Podrá la Eurocopa ayudar a la gente a olvidar algunos de los innumerables problemas durante un verano?
«El torneo no es un Mundial, sino una Eurocopa. Llega en un momento difícil, pero en el momento adecuado», opinó el exdefensa alemán Per Mertesacker, que participó en el torneo de 2006 y ganó el Mundial de 2014.
La razón más obvia por la que los alemanes podrían crear un segundo cuento de hadas veraniego es si la selección nacional hace un buen papel en su torneo de casa.
La situación guarda similitudes con la de 2006, cuando no se esperaba que el equipo triunfara tras haber quedado eliminado en la fase de grupos de la Eurocopa 2004. En esta ocasión, Alemania acude a su cita como local tras haber quedado eliminada de forma temprana en los dos últimos Mundiales.
La destitución de Hansi Flick como técnico tras cuatro derrotas en cinco amistosos en la fase previa a esta Eurocopa empañó aún más los ánimos, aunque el nuevo seleccionador, Julian Nagelsmann, ganó sus dos últimos partidos de preparación y el optimismo va en aumento, sobre todo porque los clubes alemanes han prosperado en Europa esta temporada.
Aun así, muchos alemanes ni siquiera son conscientes de que este año hay una Eurocopa en casa del 14 de junio al 14 de julio.
«La Eurocopa todavía no se ha celebrado», comentó Bierhoff, campeón de la edición 1996. «Pero creo que una vez que empiece el torneo, cuando se vean buenos partidos, cuando lleguen las victorias, entonces aumentará el entusiasmo de la gente».
Según la psicóloga social Dagmar Schediwy, sin embargo, es mejor que Alemania no se exceda con el fervor nacional cuando llegue la Eurocopa.
«Se necesita urgentemente un poco de alivio con un gran acontecimiento futbolístico», declaró a dpa. «Pero el Mundial de 2006 condujo a una normalización de las actitudes nacionalistas y revisionistas históricas. En última instancia, esto también llevó al auge de partidos y movimientos de extrema derecha, o al menos allanó el camino»
.Por Claas Hennig (dpa)