Berlín, 12 feb (dpa) – Políticos socialdemócratas, verdes y liberales de Alemania pidieron hoy al grupo Volkswagen que deje de operar en la región china de Xinjiang, siguiendo el ejemplo del gigante químico BASF, que anunció su marcha debido a informes sobre posibles violaciones a los derechos humanos.
«Xinjiang debe convertirse en una zona prohibida para las actividades económicas de las empresas occidentales, incluida Volkswagen», declaró al diario «Tagesspiegel» la liberal Renata Alt, presidenta de la comisión de derechos humanos del Parlamento alemán (Bundestag).
La retirada de BASF envía una señal clara, continuó Alt: «No se pueden hacer concesiones vagas cuando se trata de derechos humanos».
La diputada agregó que, por ello, la decisión de BASF de desprenderse de sus acciones en empresas conjuntas en Xinjiang es muy bien acogida.
Por su parte, Reinhard Bütikofer, eurodiputado de Los Verdes, señaló al mismo periódico que la presión sobre el fabricante de vehículos vuelve a aumentar ahora. «Volkswagen debe abandonar Xinjiang», explicó.
Bütikofer subrayó que existe una línea roja ética para la visión comercial de las empresas y que detras de la misma está la «complicidad con el régimen de trabajos forzados de Xinjiang».
El «Tagesspiegel» informó además que el comisario del Gobierno alemán para la lLibertad de religión o creencias, Frank Schwabe, pidió a todas las empresas alemanas que dejen de hacer negocios en Xinjiang.
«Fundamentalmente, la situación de los derechos humanos en Xinjiang es tan catastrófica y confusa que las empresas alemanas no deberían operar allí. Esto también se aplica a Volkswagen», declaró el político socialdemócrata al periódico.
El grupo BASF anunció el viernes que planea vender acciones de las dos empresas conjuntas en Korla, en el centro de la región de Xinjiang, y también se refirió a recientes informes sobre posibles violaciones de los derechos humanos.
Volkswagen opera una planta en Xinjiang en una empresa conjunta con el fabricante chino Saic.
En el verano europeo, el fabricante de automóviles encargó a una empresa que investigara las condiciones de trabajo en la controvertida planta de Xinjiang por si se habían producido violaciones de los derechos humanos.
Los auditores anunciaron en diciembre que no encontraron pruebas ni indicios de trabajo forzado entre los empleados. Volkswagen declaró a principios de febrero que se toma muy en serio su responsabilidad como empresa en el ámbito de los derechos humanos en todo el mundo, incluida China.
El grupo subrayó que se adhiere estrechamente a los principios rectores sobre las empresas y los derechos humanos de la ONU.
Uigures, miembros de otras minorías y organizaciones de derechos humanos llevan años denunciando que cientos de miles de personas de Xinjiang han sido enviadas a campos de reeducación contra su voluntad, en algunos casos torturadas y obligadas a realizar trabajos forzados. El Gobierno chino niega estas acusaciones.