Los heleros, masas de hielo sin dinámica, son testimonios del pasado glaciar de un territorio. Y son también un buen indicador de los cambios ambientales. Precisamente por eso, investigadores de la Universidad de Oviedo, entre otros centros, participan en los Picos de Europa en una campaña para el estudio de La Forcadona, uno de los cuatro heleros que se conservan en este macizo de alta montaña.
El profesor de Geografía de la Universidad de Oviedo y coordinador del equipo, Jesús Ruiz, apunta que estos heleros son la herencia de los glaciares que, en el caso de los Picos de Europa, estaban activos hace apenas un centenar de años. Ruiz explica que España mantiene estas masas de hielo únicamente en los Pirineos (junto a glaciares activos) y los Picos de Europa.
Su estudio es relevante desde el punto de vista científico por la información que ofrece sobre el cambio climático. La Universidad de Oviedo, en colaboración con las de Lisboa, Évora y la UNED, ha realizado un trabajo de campo para preparar el despliegue sobre el terreno de las herramientas que permitan la monitorización de la zona.
El profesor de Geografía de la institución asturiana destaca que existe evidencia de cómo los cambios ambientales están afectando a los heleros. «Son ámbitos de gran sensibilidad que están en retroceso; pierden masa y superficie», comenta.
El propósito del equipo de investigación es estudiar en detalle la estructura del helero, así como monitorizar el régimen térmico del manto de derrubios (fragmentos rocosos) que lo recubren, a fin de extraer conclusiones sobre la influencia de los cambios ambientales en estas superficies heladas.
Los Picos de Europa son un territorio ideal para los investigadores de los heleros. Solo uno de ellos, el Jou Negro, en la cara norte de Torre Cerredo, está siendo estudiado en detalle por investigadores de la Universidad de Valladolid. La Forcadona, ubicado en el Macizo Occidental de Picos, no se ha analizado en profundidad hasta ahora.
Los científicos coordinados por el profesor Ruiz están tratando de estudiar mediante distintas herramientas de geofísica la estructura del helero y, al mismo tiempo, han instalado instrumental para su control térmico durante una serie de al menos cuatro o cinco años.
EL TERCER LAGO DE COVADONGA
No es la única acción en la que participa este equipo multicéntrico. Los investigadores trabajan también en El Bricial, considerado popularmente por algunos como el tercero de los lagos de Covadonga. El Bricial es realmente lo que, en términos técnicos, se denomina una cubeta glaciokárstica, es decir, un área sometida en el pasado a una intensa erosión por un glaciar.
Los trabajos sobre El Bricial no son nuevos. La Universidad de Oviedo lleva ya tiempo estudiando la zona. Jesús Ruiz indica que un sondeo permitió hace unos años obtener un testigo sedimentario de turba de hasta ocho metros que, según las dataciones de carbono 14 efectuadas, abarca todo el periodo llamado Holoceno, que comprende los últimos 11.700 años, la más reciente época geológica del periodo Cuaternario.
El estudio de los sedimentos turbosos, que se está llevando a cabo en la Universidad de Lisboa, aportará información relevante sobre los cambios ambientales que ha sufrido la zona a lo largo del mencionado periodo. Además del sondeo efectuado, los investigadores también realizaron un trabajo sobre la geofísica de la cubeta, que ha permitido observar cómo funciona el llamado tercer lago de Covadonga.