(dpa) – Todos tenemos pañuelos, bufandas y chales de todos los colores guardados en los cajones. Pasar un invierno sin ellos es casi inimaginable, son la prenda ideal para proteger la zona del cuello y combinar de las más diversas formas. No es de sorprender entonces que con el tiempo tal vez se junte toda una colección de este tipo de accesorios en el armario.
«Muchas personas, sobre todo en las latitudes más frías, tienen una especie de cajón de pañuelos, bufandas y chales. Sin embargo, siempre llevan las dos, tres mismas prendas al salir. Tal vez compraron varios de estos accesorios en un rapto de embelesamiento y después no saben cómo vestirlos, ni cómo combinarlos», dice la asesora de estilo y color Jasmin Link desde Alemania.
Link es optimista: ese «cajón de chales» no tiene por qué ser un agujero negro sin sentido. Puede convertirse en una caja que sorprenda con sus tesoros.
Resaltan la tez y el cabello
«Un chal o un pañuelo al cuello pueden ser mucho más que una prenda para guardar el calor corporal», asegura Link. «Podemos lucirlo para atrapar las miradas, llevarlo con elegancia como si fuese un collar y hasta aprovecharlo para colocar cerca del rostro colores que vayan bien con nuestro tono de piel», señala.
Como se llevan tan cerca del rostro, lo ideal es que sean de un tono que realce los colores de nuestra tez y nuestro cabello. Link recomienda no prestarle tanta atención a las modas, que están en cambio permanente, sino concentrarse más en «lo que siempre nos queda bien». De ese modo se evitarán los errores a la hora de comprar.
Además, es bueno elegir los accesorios teniendo en mente las demás prendas que predominan en el ropero, al fin de cuentas las bufandas, los chales y los pañuelos deben quedar bien tanto con el abrigo de invierno como con un vestido o un jersey que nos guste vestir en un ambiente interior.
Las bufandas y chales de un tono son más versátiles
La regla general dice que si uno tiene muchos vestidos o prendas de un tono único en el armario, puede optar por pañuelos o chales estampados y no tendrá grandes inconvenientes para combinarlos. Es sabido que, cuanto más discreto sea el estampado, mayor es la gama de oportunidades en las que se lo pueda vestir.
Esa máxima también vale para la tendencia actual, dicho sea de paso: «Si nos decidimos por un chal estampado, que sea a lo sumo algo que pase desapercibido, como los cuadros pequeños», resume Martina Berg. Un consejo de la asesora de imagen y bloguera de Múnich: evitar en lo posible mezclar estampados.
En líneas generales puede decirse que las prendas de un único tono son más versátiles. «Cuando los chales y pañuelos son de un color, son fácilmente combinables con estampados», admite Jasmin Link, que recomienda elegir un gris medio. «Es un tono que puede llevarse con cualquier color», afirma. Otro punto a favor es que es un tono que queda bien a muchas personas.
Otra gama de colores que permite buenas combinaciones es, según la asesora especializada en colores, la de las bayas, que van muy bien «con colores básicos como el azul oscuro, el negro o el gris». «Y son colores que uno suele ver con frecuencia en invierno como chaqueta», agrega Link.
Un toque llamativo
Una vez que uno haya revuelto todo el cajón y encontrado tal vez pañuelos o chales en diferentes colores, puede elegir uno cuyo tono se repita en algún otro elemento de lo que vamos a ponernos, como puede ser, por ejemplo, en el calzado.
Cabe tener en cuenta, sin embargo, que los colores muy llamativos funcionan de modo diametralmente opuesto: quedan muy bien como acentos únicos de color en un contexto de tonos más bien discretos o simples. «Si estoy toda vestida de negro, por ejemplo, puedo optar por algún detalle en fucsia», recomienda Berg.
Pero no es solo la elección del color la que decide si un chal es algo más que un abrigo práctico. «Siempre depende, por supuesto, de cómo lo coloco», dice Berg. Si alguien es creativo a la hora de hacer nudos o formas puede redescubrir alguna prenda que tenía muy guardada porque le había aburrido.
Instrucciones para nudos artísticos
Un truco muy sencillo que sirve tanto para chales grandes e importantes como también para ejemplares más livianos y veraniegos: en un primer paso, hacer un nudo común y corriente en la parte del frente del cuello. «Luego, tomar los dos extremos del chal, cruzarlos por detrás la nuca y pasar cada una de las puntas por esos ojales», recomienda Berg.
Esta opción permite algunas variaciones: el nudo no necesariamente tiene que estar adelante en el medio, dice Berg. También podemos girarlo para crear modelos alternativos.
Los chales más anchos también pueden llevarse sueltos, sobre los hombros. Quedan particularmente bien en combinación con vestidos angostos. «Uno puede drapearlos y adornarlos además colocando un broche», propone Berg.
Un pequeño consejo: si el broche que tiene le resulta demasiado llamativo o atrevido, el chal también puede sostenerse de un modo elegante con un alfiler de seguridad, que también permite sujetar a los hombros pañuelos más livianos o pequeños.
Si se trata de pañuelos cuadrados o tipo carré, la experta Link aconseja llevarlo de un modo lo más simple posible, como ser un doble nudo. Para lograrlo, lo mejor es colocar el pañuelo de adelante hacia atrás, cubriendo la mitad del cuello, de modo que las dos puntas queden colgando sobre las espaldas. Luego se atan esas dos puntas sobre la cara de la espalda y, a continuación, se hace un nudo delante, sobre el cuello. De ese modo se crea una «forma redonda», dice Link, y una «leve sensación visual de caída».
Una nueva función para los pañuelos tubulares
Tal vez también es posible encontrar otras variantes para los pañuelos o bufandas tubulares que se colocan como si fuesen un tubo rodeando el cuello. Una posibilidad es la de darles vuelta varias veces en el mismo lugar. «Eso hará que se aproximen al cuello y resulten visualmente más voluminosos», dice Link.
Otro consejo de la asesora de modas: convertir los pañuelos o bufandas tubulares en un bolero. Para lograrlo es necesario colocarse el buff, sea de tela o de lana, como siempre, por encima de la cabeza hasta llegar al cuello. Pero luego se lo estira sobre los hombros y los brazos. También es una forma de mantenerse abrigado en épocas frías cuando uno está sentado mucho tiempo. O en las estaciones de transición y dejar la chaqueta en casa.
Eso sí: quienes lleven chales y pañuelos no deberían exagerar el uso de otros accesorios, advierte Link. «Yo siempre digo: chal, pañuelo o collar», señala. De todos modos, no es necesario renunciar a todo tipo de bisutería o joyas, ni siquiera cuando uno lleva un chal enorme. «Puede quedar muy bien con unos aros discretos», concluye.
Por Jessica Kliem (dpa)