(dpa) – Los sabios económicos esperan una recesión, la inflación afecta a las empresas, los gigantes tecnológicos despiden a decenas de miles de empleados en todo el mundo. Cuando hay crisis en la economía, entre los empleados aumentan los temores. Entonces comienzan a circular muchos rumores negativos en los pasillos de nuestro lugar de trabajo. ¿Está recibiendo encargos nuestro empleador? ¿Recortará puestos? ¿Seguiré teniendo trabajo próximamente?
En esta entrevista la coach Birgit Kersten-Regenstein da algunos consejos sobre cómo manejarnos en estas situaciones:
dpa: ¿Cómo y por qué se generan estos rumores de pasillo?
Birgit Kersten-Regenstein: Muchas veces estos rumores de pasillo tratan sobre cuestiones que afectan al colectivo y sobre temas monetarios o personales. Son típicos los rumores sobre cambios de personal, desavenencias en la dirección o cifras y datos de la empresa. ¿Cómo le está yendo al empleador? ¿Habrá recorte de presupuesto?
Diversas influencias pueden avivar aún más estos rumores de pasillo. Por un lado, todo lo que pase por fuera de la empresa, como actualmente la guerra en Ucrania, la crisis energética y las consecuencias de la pandemia y el aislamiento del trabajo remoto. Esa es una situación en la que los empleados de todas maneras entran en contacto con sus propios miedos.
Una supuesta noticia negativa sobre la empresa se encuentra así con terreno fértil. Entonces rápidamente puede parecer real, lo que lleva a que el rumor se siga propagando.
También los mismos directivos o la gerencia juegan un papel. Si en algún tema no se informa sobre la situación en la compañía, se genera un vacío. Los empleados lo llenan con las informaciones que van recopilando por ahí.
Un rumor debe ser lo suficientemente relevante como para que sea propagado. Pero entonces es como un almohadón de plumas que revienta. El tema se extiende ampliamente en la empresa y no es nada fácil detenerlo.
dpa: ¿Cómo sé si hay algo de cierto en un rumor?
Kersten-Regenstein: En ese asunto es importante la propia responsabilidad. Debo analizar en detalle de quién viene el rumor, qué tan relevante es y quién puede tener información para contrarrestarlo. Quizá un compañero de trabajo, un directivo o alguien del consejo de dirección. Eso me ayuda como una especie de repaso rápido.
También se pueden debatir los rumores con los propios pares, pero a fin de cuentas hay que confiar en los propios instintos y analizar cada información. Si las supuestas noticias negativas me afectan a mí, puedo chequear dónde tuvieron su origen y buscar más datos en personas bien informadas.
dpa: ¿Cómo pueden hacer los empleados para encontrar la mejor manera de manejar los rumores? ¿Puede describirlo mejor?
Kersten-Regenstein: Eso que escucho en los rumores de pasillo se encuentra con mis propias circunstancias. Si el tema tiene cierta relevancia para mí y coincide con mis instintos, estoy más abierta a ello y lo investigo. Si yo misma no soy receptiva a escenarios de miedo o amenazas, un rumor, un mensaje negativo no me afectan tanto. Pero si realmente tengo dolor de barriga con un tema no tengo que dejarme arrastrar así nomás.
Puedo escuchar rumores o chismes en la empresa durante determinado periodo de tiempo, pero el resto del tiempo me abstraigo de los rumores de pasillo. Los que escuchan también pueden terminar involucrados en un enfrentamiento si dudan de lo que se dice.
Por ejemplo, si alguien me cuenta algo con el fin de utilizarme como multiplicador puedo contraponerme y demostrar integridad. En un primer momento eso puede caer mal, pero a largo plazo es beneficioso no dejarse llevar por un rumor sino defender las propias convicciones y valores.
Pero las malas noticias en los rumores de pasillo también pueden ser una señal de alarma y darme una pauta de cómo me quiero comportar en la empresa en el futuro. Si una noticia negativa para mi empresa resulta ser cierta, tengo que preguntarme en qué medida me afecta.
¿Tiene que ver con el ámbito de mis tareas? ¿O con mi equipo y la estructura? ¿O se trata de toda la empresa y de cuestiones existenciales?
Entonces, tengo que pensar sobre qué de todo eso puedo tener influencia. Sobre la situación económica, prácticamente ninguna. Sobre las decisiones empresariales, tampoco. Si mis tareas se modifican, tengo que analizar qué tanto soy demandada en cuanto a mi control sobre la planificación.
Si no puedo planificar nada por mí misma, queda la pregunta: ¿quiero soportarlo o no? En definitiva, siempre puedo decidir irme. Pero quedarse también es una decisión. Después no puedo lamentarme.
Birgit Kersten-Regenstein ya se ocupó de investigar los conflictos mientras estudiaba ciencias políticas. En sus coachings, asesora desde hace muchos años a empresas y directivos en temas como comunicación, gestión de conflictos y autorrepresentación.
Por Amelie Breitenhuber (dpa)