(dpa) – Uno se duerme cada vez que miran una película juntos por la noche, mientras que el otro está aún en plena forma, pero a cambio le cuesta levantarse de la cama por la mañana. La causa de estas diferencias en las maneras de dormir está en la pertenencia de cada individuo a un cronotipo determinado.
Las personas a las que les gusta quedarse despiertas hasta tarde por las noches y suelen dormir más de mañana son las llamadas búhos. Quien en cambio se suele levantar temprano por la mañana y a la noche también se duerme temprano figura entre las alondras.
«Pero esta es una representación muy simplificada. En la realidad, hay más que solo estos dos cronotipos», dice la psicóloga Katja Beer.
Según el investigador del sueño Gerhard Klösch, entre el 70 y el 80 por ciento de las personas son «tipos indiferentes». Eso significa que se adaptan bien y a veces pueden acostarse o levantarse dos horas antes o después, precisa.
Y luego también hay búhos y alondras moderados, que solo se van a la cama un poco más temprano o más tarde que el promedio de las personas, agrega el experto.
Entre el diez y el 15 por ciento de las personas tienen afinidad extrema por la noche o por la mañana. Esto puede causar tensiones en una pareja.
La alondra puede enfadarse quizá con su compañero porque el fin de semana se pasa la mañana en la cama y se pierde el desayuno. Y el búho encuentra poco agradable pasar la noche solo y ser despertado por la alondra temprano a la mañana, cuando aún está dormido.
En esos casos sería práctico poder cambiar el cronotipo. Pero este viene de nacimiento. «Estamos programados para ser alondras o búhos», dice Ulrich Sommer, especialista en medicina del sueño.
El día en la Tierra tiene 24 horas, pero muchas personas tienen un día más corto o más largo, explica. Los búhos, por ejemplo, tienen días de 25 o 26 horas y por eso permanecen despiertos más tiempo por la noche, eso no puede modificarse mucho, señala.
Según Klösch, sin embargo, sobre todo los tipos indiferentes pueden estabilizar su reloj interno a la mañana a través del deporte y la luz del día.
Está claro que quien se levante más temprano por la mañana, también debe acostarse a tiempo por la noche, argumenta. Y acota que por la noche no debería mirar pantallas, porque sobre todo la luz azul inhibe la producción de la hormona del sueño melatonina, que es la que nos hace estar cansados y tener ganas de dormir.
Los búhos y alondras extremos, sin embargo, difícilmente puedan cambiar su ritmo de sueño biológicamente establecido.
¿Qué se puede hacer entonces si una o ambas partes de una pareja están insatisfechas con el ritmo de sueño del otro? «Justamente cuando una pareja se diferencia mucho en el cronotipo, habría que prestar atención a que más allá de las horas de sueño haya tiempo para la cercanía corporal, la comunicación y las actividades comunes», dice Beer.
Si se echa de menos el acurrucarse juntos por la noche, las parejas lo pueden solucionar de esta manera, según Klösch: pueden ir juntos a la cama. Cuando la alondra se duerme, el búho puede levantarse nuevamente y pasar un rato más despierto.
En su opinión, también se puede intentar que uno se adapte al otro: el búho puede, por ejemplo, irse a la cama más temprano. Sommer apoya esta solución: «Desde el punto de vista de la medicina del sueño, recomendamos básicamente a los búhos mantener el ritmo de 24 horas e irse a la cama junto con su pareja alondra».
Si uno de los dos en la pareja necesita ocho horas de sueño y el otro solo cinco, es entonces importante la consideración recíproca, subraya. «Quizá cambiándose fuera de la habitación, cepillándose los dientes silenciosamente y metiéndose en la cama sigilosamente», propone Sommer.
En todo caso es importante que cada uno duerma lo suficiente, porque la falta de sueño suele llevar generalmente al mal humor, que a su vez tiene un efecto negativo sobre la relación.
Para todos los que deben arreglárselas con un cronotipo diferente al propio, hay esperanza: en algún momento, la convivencia entre búhos y alondras se simplifica. El cronotipo nos viene de nacimiento, pero en el transcurso de la vida de todas maneras cambian los ritmos de sueño, dice Klösch.
«Cuanto mayor se hace uno, más tiende a ser una persona con afinidad por la mañana. En una pareja en la que ambos tienen más de 45 años la probabilidad es mayor de que ambos sean tipos moderados», explica el investigador del sueño.
Después de algún tiempo, las parejas sincronizan su sueño. Según Klösch, «cuanto mayor se vuelve uno y más estable se vuelve la pareja y más tiempo se lleva juntos, más similar se vuelve el ritmo de sueño».
Por Silvia Hartwig (dpa)