(dpa) – Jovia Kisaakye revisa cubos de leche de vaca en fermentación en el patio trasero de un pequeño edificio de oficinas en las afueras de Kampala, la capital de Uganda.
La empresaria de 20 años levanta una de las tapas y aspira con satisfacción el olor acre y agrio. La leche ha formado pequeñas burbujas, mientras diminutas larvas se enroscan en la superficie. Exactamente lo que busca Kisaakye.
La joven empresaria ha desarrollado una crema para mosquitos a base de leche agria. Con ella, está abordando a la vez dos problemas que afectan al país de África Oriental: los mosquitos que transmiten la enfermedad de la malaria y las grandes cantidades de leche en mal estado.
Los agricultores de Uganda producen 2.800 millones de litros de leche al año, según la Autoridad Nacional de Desarrollo Lechero (DDA). Pero como en muchas zonas rurales no hay electricidad y los ganaderos no pueden refrigerar su leche, gran parte de ella se estropea. Solo se consume cerca de un tercio de la producción total.
Al mismo tiempo, unos 14 millones de personas contraen malaria en Uganda cada año, según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La malaria es la principal causa de muerte en este país africano, de 46 millones de habitantes. Decenas de miles de personas terminan cada año en el hospital por esta enfermedad tropical, y Kisaakye lo sabe por experiencia propia.
En 2007, su hermano Jeremiah, de apenas un año, murió a causa de la malaria. Ella misma se infectó a menudo de malaria y debió ser hospitalizada en diversas ocasiones.
Hace unos tres años, Kisaakye, que estudió estadística en la Universidad Makerere de Kampala, decidió convertir su sufrimiento en una idea de negocio.
Se reunió en la universidad con el investigador de malaria Patrick Sseremba y el químico especializado en alimentos Blasio Kawere, ambos de 26 años.
Poco después, los tres crearon la empresa Sparkle Agro Brand. La idea de Kisaakye fue desarrollar una loción protectora efectiva contra los mosquitos en base a leche agria en polvo.
«Simplemente tenía que encontrar una solución», dice Kisaakye, que proviene de una familia de agricultores.
Siguieron largas semanas de pruebas de laboratorio, con ayuda del Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Investigación sobre Insectos, seguidas por un estudio de eficacia.
«Muchos de nuestros primeros intentos fueron infructuosos», recuerda Sseremba. Pero ninguno de los tres se rindió.
Y a principios de 2020 hallaron finalmente la fórmula del éxito. El resultado fue una protección contra los mosquitos de hasta doce horas.
El producto estaba listo para salir al mercado y era mucho más que una simple crema contra los mosquitos. Gracias a los extractos naturales de plantas, la loción sana la piel y le otorga mayor suavidad, dice Kisaakye. Los ingredientes son 100 por ciento ecológicos.
La marca Sparkle, destaca Kisaakye, también está comprometida con la lucha contra el desperdicio de alimentos.
La empresa compra la leche agria a las lecherías pequeñas, creando una situación en la que todos salen ganando. Sparkle Agro Brand obtiene el ingrediente principal para la crema a un precio bajo, que traslada a los consumidores. Los pequeños agricultores pueden amortiguar parte de sus pérdidas.
La planta de producción de Sparkle Agro Brand es un modesto laboratorio de azulejos blancos con perfume a flores en el pueblo de Kitende, en los suburbios al sur de Kampala. La empresa, valorada en cerca de medio millón de euros (medio millón de dólares) según sus fundadores, cuenta ahora con cuatro empleados fijos y 20 a tiempo parcial.
Cientos de botellas de plástico con tapones de rosca de color rosa y el logotipo curvado de Sparkle esperan perfectamente alineadas en las estanterías para el siguiente pedido. Entre los clientes se encuentran farmacias y supermercados de Uganda y la República Democrática del Congo.
La joven empresaria señala que diversas organizaciones de ayuda humanitaria también compran las cremas para distribuirlas entre los refugiados.
Mientras conquistan nuevos mercados para la loción protectora contra los mosquitos, los empresarios ya están trabajando en una nueva idea, un insecticida hecho con leche agria.
Por Henry Wasswa y Kristin Palitza (dpa)