(dpa) – No hay que desesperar. Cuando termina la adolescencia y con ella la etapa de formación escolar, muchos jóvenes no tienen ni la menor idea de qué estudiar o de qué trabajar. En medio de esa búsqueda, curiosidad y confusión, muchos miran hacia sus padres, los ejemplos más directos y cercanos. ¿Podría ser arquitecto como papá? ¿O carpintera como mamá?
Si bien es inevitable plantearse las profesiones que uno conoce de cerca como una posibilidad, no es recomendable que el camino de la elección sea tan llano y directo. Johannes Wilbert, asesor laboral y fundador de un instituto de orientación vocacional en Alemania, aconseja acompañar ese proceso con una reflexión. «Si una persona busca un trabajo pero ni siquiera pensó cuáles son sus intereses, la búsqueda laboral no tiene mucho sentido».
La orientación como primer paso
Los jóvenes que no tengan ninguna idea de cuál podría ser el camino a seguir podrían intentar experimentar algunas posibilidades haciendo pasantías o prácticas durante la formación escolar para recopilar algunas primeras impresiones. Muchos jóvenes no tienen consciencia de las posibilidades que existen en el mercado laboral.
«Nosotros recomendamos sobre todo hacer pasantías durante las vacaciones», dice Stephan Schneider, quien trabaja como asesor de adolescentes en Berlín. En algunos países incluso está previsto que los jóvenes hagan al menos dos semanas de prácticas laborales en algúna empresa o institución durante la secundaria.
A partir de determinada edad también se puede optar por tener un trabajo a tiempo parcial, porque las pasantías y estas primeras formas de trabajo «no solo permiten que los jóvenes pongan a prueba o desarrollen cualidades como la puntualidad, la responsabilidad, la empatía y el trato con autoridades, sino que también reciban sus primeras valoraciones fuera del círculo familiar», señala la coach Katja von Glinowiecki.
Cómo lidiar con las expectativas
La decisión sobre el futuro profesional puede volverse complicada si los padres tienen una idea muy distinta de lo que quisiera su retoño. Por supuesto que los jóvenes deberían poder decidir por sí mismos si el oficio o la profesión de sus padres va con ellos o no.
El asesor Wilbert sabe que los padres suelen querer que sus hijos elijan un trabajo que les dé seguridad. «Si yo soy maestro y sé que es un trabajo seguro, quiero que mis hijos sean maestros». No es un razonamiento errado, asevera, pero agrega que tampoco es, sin embargo, necesariamente lo que más ayudará a ese joven en su búsqueda. Wilbert recomienda alentar a los jóvenes en sus elecciones.
Schneider también sabe que los padres suelen querer lo mejor para sus hijos, «y en una conversación se pone de inmediato de manifiesto si existe un consenso entre padres e hijos. Cuando no está dado, debemos intervenir como mediadores», dice el asesor.
Presionar no es el camino
Cuando un joven está sopesando realmente seguir los pasos de sus padres, es bueno fomentar el diálogo, señala Wilbert. «Muchos adolescentes no saben muy bien en qué consiste el trabajo de sus padres. Pueden conocer su lugar de trabajo, pero no sus tareas», observa. Las conversaciones empáticas resultan muy útiles a la hora de enseñarle a un hijo las diversas posibilidades para su futuro.
Es importante que los padres no ejerzan presión si quieren que, por ejemplo, sus hijos en un futuro se hagan cargo del estudio de arquitectura o de la cartera de clientes de su oficio. «Cuando alguien siente que está siendo reprimida su libertad de elección, suele hacer justamente lo contrario de lo que se espera de él», dice la psicóloga Madeleine Leitner. En psicología, este fenómeno se denomina reactancia.
Y aunque el trabajo y el entorno laboral de los padres les resulte familiar a los hijos y las redes de contactos puedan abrirles puertas, quienes siguen los pasos de sus padres suelen ser muy exigentes consigo mismos. Eso genera una enorme presión que, en el peor de los casos, puede hacer crecer el miedo al fracaso. Son factores que también deben tenerse en cuenta a la hora de analizar los pros y los contras de elegir la profesión de los progenitores.
La comprensión y la presencia, dos factores clave
Los padres también suelen ser un ejemplo para sus hijos en lo que respecta al estilo de vida, el estatus social y el éxito económico. Quienes eligen la profesión de sus padres suelen tener la presión adicional de tener que ser al menos tan exitosos como mamá o papá, o de verse expuestos con frecuencia a que se los compare con la generación anterior.
Los hijos no siempre van a satisfacer las expectativas de sus padres. Por eso, «aunque cueste, el foco debe estar puesto en el interés y en las habilidades de los jóvenes», subraya Schneider. Katja von Glinowiecki llama asimismo a los padres a no presionar a sus hijos. «No es nada trágico no saber qué camino seguir cuando uno termina la escuela», apunta.
Si la comunicación familiar es sana, los padres pueden ayudar a sus hijos a orientarse en distintas direcciones. La mayor ayuda que pueden dar es estando presentes y mostrando comprensión. Esos dos elementos son esenciales para acompañar a los jóvenes en sus búsquedas laborales, precisa Schneider. «Yo estoy aquí para acompañarte, pero quien decide eres tú», esa es la máxima que recomienda el especialista para este proceso.
Por Johannes Boldt (dpa)