(dpa) – Nuestra dieta, lógicamente, debe ser lo más saludable posible. Y, a la vez, un número creciente de personas se fija en que los alimentos que consume causen el menor impacto posible al medio ambiente. Pero, ¿de qué depende?
La comida que ingerimos efectivamente ejerce una enorme influencia, ya que la producción de alimentos es uno de los motores del calentamiento global.
Entonces, ¿cómo podemos adoptar una alimentación saludable y amigable con el medio ambiente? Lo que está claro es que la carne desencadena de hecho emisiones mucho más elevadas que los productos vegetales.
Al mismo tiempo, los alimentos que vienen de lejos provocan más dióxido de carbono a raíz de su transporte. Sin embargo, los expertos no están siempre de acuerdo en los detalles. A continuación, un panorama sobre las principales claves en este tema.
¿El producto orgánico favorece el medio ambiente?
Lo orgánico es mejor para el medio ambiente desde muchas perspectivas. Sin embargo, los productos orgánicos no necesariamente protegen el clima, advierten expertos en nutrición y también el autor de libros sobre el tema Malte Rubach.
«La productividad de la producción ecológica no es tan alta como la de la producción convencional», indica Rubach. Esto se debe a que en la primera se debe prescindir de los abonos artificiales, los piensos concentrados y los forrajes modificados genéticamente, detalla.
«Al prescindir de estos recursos, se reduce la productividad», explica, y concluye que esto se traduce en una mayor huella de CO2 por kilo de alimento orgánico.
Según un estudio del Instituto de Investigación Medioambiental y Energética (Ifeu), un kilogramo de leche entera ocasiona en promedio 1,4 kilogramos de CO2, mientras que en la variante ecológica se producen 1,7 kilogramos de dicho gas.
Sin embargo, Silke Oppermann, experta de la organización ecologista WWF, cree que este cálculo resulta demasiado corto de miras. Y advierte que con el uso de fertilizantes a base de aceites minerales y plaguicidas en el sector convencional se acabará muy rápidamente con la biodiversidad del suelo.
«Con la pérdida de organismos del suelo, también se pierde la capacidad de los suelos de almacenar CO2 y carbono», alerta la experta en nutrición sostenible y protección del clima. Opperman indica que los suelos representan la segunda mayor reserva de CO2 después de los océanos.
Qué es mejor: ¿leche de vaca o vegetal?
Leche de avena, de soja, de arroz y de almendras… existen numerosos sustitutos de la leche animal.
Según un estudio a gran escala difundido por la publicación en línea «Our World in Data», la leche de vaca obtiene una puntuación significativamente peor que los productos de origen vegetal en todos los aspectos medioambientales relevantes.
La Agencia Federal de Medio Ambiente (Uba) de Alemania también aconseja en general volcarse al consumo de las alternativas vegetales.
Asimismo, Opperman hace notar que la leche de arroz y la de almendras presentan un peor balance medioambiental que su par de avena.
«Porque el arroz también tiene una huella de CO2 relativamente alta debido a su forma de cultivo. Y con las almendras el problema es que se cultivan principalmente en España y California y allí la escasez de agua y la sequía juegan un papel importante», precisa.
Anne Klatt, de Uba, explica: «Si se tiene en cuenta la escasez de agua en las regiones donde se cultivan las materias primas de origen vegetal, la leche de vaca puede ser más ventajosa, en comparación con algunas alternativas, por ejemplo, a base de soja o de almendras».
Rubach, en tanto, considera que la comparación entre la leche de vaca y los productos sustitutivos conduce a confusión, porque estos últimos poseen considerablemente menos nutrientes y proteínas. Por lo tanto, hay que beberlos en mayores cantidades, lo que a su vez aumenta la huella de CO2.
Queso o carne: ¿qué daña más al medioambiente?
Esto depende en gran medida de la forma de fabricación de cada producto individual. Pero, muy en general, puede afirmarse que para producir un kilo de queso se requieren entre cuatro y 13 litros de leche. De acuerdo con el estudio de Ifeu, un kilo de queso -dependiendo de su tipo- genera alrededor de 5,7 kilogramos de CO2 o más. Para un kilo de pollo, la media es de 5,5 kilos.
«Esto tiene que ver con que el pollo posee una elevada productividad», afirma Rubach, autor de un libro sobre mitos acerca de la alimentación y lo que uno debería saber sobre la comida que ingiere. También la carne de cerdo tiene en promedio, con 4,6 kilogramos de CO2, un valor más bajo que el queso.
Distinto es el caso de la carne vacuna. Aquí, la producción de un kilo de carne genera en promedio 13,6 kilogramos de dióxido de carbono.
¿Cuán perjudiciales para el medio ambiente son las bebidas?
«De la totalidad de gases climáticos que genera nuestra alimentación, las bebidas ocupan el segundo puesto, directamente detrás de la carne y por delante de los cereales y productos lácteos», puntualiza Rubach.
«Las bebidas tienen una huella relativamente baja por litro, pero en su conjunto bebemos unos 2,5 litros diarios y entonces la suma se vuelve elevada», advierte el especialista.
El agua mineral y del grifo presentan el menor impacto ambiental, seguido por bebidas embotelladas e infusiones preparadas como el café y el té.
«En el té, el mayor desencadenante es por ejemplo el hervido del agua, y no el té propiamente dicho; en el caso del café, es la torrefacción», destaca Rubach.
Por Philipp Znidar (dpa)