(dpa) – La cerveza al finalizar la jornada laboral ya se volvió un hábito. Y, en el armario, hay botellas de vino escondidas. El ser querido ya tampoco cumple las promesas que va formulando respecto del consumo de alcohol. A más tardar cuando nuestro familiar no logra conciliar el sueño sin recurrir al alcohol, entonces las personas que lo rodean se preguntan: «Estamos frente a un problema de alcoholismo, ¿no?»
¿Qué hacer entonces? La adicción es un tema tabú y por eso a muchos les resulta verdaderamente difícil plantear la conversación. Las preocupaciones por la posible reacción del afectado se vuelven enormes.
A continuación, algunas respuestas a interrogantes que las personas cercanas suelen tener en este tipo de situaciones:
¿A partir de cuándo se considera que una persona es adicta al alcohol?
Es difícil determinar dónde comienza una adicción al alcohol. «Todo se va instalando de forma latente», dice Christina Rummel, directora ejecutiva del Centro Alemán para Cuestiones de Adicción (DHS).
Pero cuando una persona ya no puede transitar su vida diaria sin alcohol, esto habla fuertemente de que se encuentra ante una adicción.
Rummel comenta que entonces el alcohol asume funciones importantes, como distenderse para lograr una meta, o bien se lo utiliza para neutralizar pensamientos perturbadores.
«El abuso del alcohol comienza allí donde el alcohol provoca daños: física, mental o socialmente», afirma el psicólogo Jürgen Güttel, que trabaja en el asesoramiento de adicciones en la Asociación Caritas de Dortmund, Alemania.
Frecuentemente, suele ocurrir de esta forma: a raíz de la cerveza habitual al finalizar la jornada laboral, tomar se vuelve una costumbre. Entonces, en caso de que surja un problema mayor en la vida de la persona -una separación, la pérdida de un empleo- el camino a la adicción suele ser corto, porque el cuerpo ya está habituado a la cerveza, el vino y la graduación alcohólica en general.
Cada vez se va bebiendo más alcohol y, además, más seguido. Entonces, los adictos ya no pueden dejar de beber sin sufrir síntomas de abstinencia.
¿Cómo interpreto las señales?
«Cuanto más cerca se coloque, tendrá antenas más finas para con sus semejantes. Y, en el entorno íntimo, esto es más fácil de reconocer, porque se comparte cotidianamente el día a día», indica Rummel.
En cambio, esto no siempre resulta claro dentro de un círculo de amistad o en el lugar de trabajo. «Los colegas suelen tener dificultades para identificar estas modificaciones», apunta Güttel.
Los signos no siempre se presentan en forma de la dificultad para hablar o el aliento a cerveza. «Pueden tener que ver con el retraimiento social o la fatiga y la irritabilidad excesiva. Pero también con el descuido de los deberes, los estados de ánimo depresivos, los trastornos del sueño o las dificultades de concentración», advierte Güttel.
Asimismo cuando se acumulan determinados incidentes en la vida cotidiana, esto puede vincularse con una adicción. Por ejemplo, los conflictos en el lugar de trabajo o la licencia de conducir que repentinamente está en peligro.
«Se trata entonces de muchas cosas pequeñas que pueden sumarse y donde se nota que, tal vez, todo se relacione con el consumo de alcohol», indica.
Por lo tanto, las personas cercanas harán bien en tener en mente las diversas piezas del rompecabezas y combinarlas en una imagen en conjunto.
¿Cómo abordo el tema?
Frecuentemente, los familiares se inhiben para hablar del tema. Y es comprensible, ya que la enfermedad del alcoholismo resulta un tema sensible. Además, nunca parece encontrarse el momento adecuado.
Pero, algo importante a tener muy en cuenta: este tipo de conversación nunca debe realizarse a las apuradas, sino con suficiente tiempo y calma. «Lógicamente que no es agradable», apunta Rummel. «Hay que estar preparado para la reacción».
Sin embargo, existen estrategias de comunicación que benefician este tipo de diálogo. Por ejemplo, la postura que se adoptará durante la charla. «Sobre todo, debe ser un diálogo con la persona, y no un monólogo sobre la otra persona», alerta Güttel.
Además, sostiene Rummel, «se debería poder nombrar concretamente lo que a uno le molesta». La verdadera clave se encuentra en la preparación. La experta señala que puede ser de ayuda escribirse apuntes, lo que ordena los propios pensamientos y observaciones.
Otro consejo útil es formular desde la perspectiva del yo, de manera que quien se encuentre enfrente de nosotros no se sienta agredido. Lo importante será el interés genuino por lo que se esconde tras la adicción.
«Debería intentarse sondear las razones, sin realizar acusaciones», recomienda Güttel. «Cuanto más cerca se encuentre de una persona, entonces más también se está en la obligación de ofrecerle respaldo», agrega.
Fundamental es que los familiares tengan siempre en cuenta que ellos se ven también afectados por la adicción, pero que no son quienes elaboran el diagnóstico, esto solo puede hacerlo un médico.
¿Cómo seguir tras una conversación de este tipo?
Suele ser relativamente frecuente que los alcohólicos se sienten aliviados luego de que sus familiares encaran la charla. Porque frecuentemente tienen la sensación de que los demás no perciben los problemas que tienen delante de sus ojos y, de esta manera, tampoco la adicción que ellos sufren.
«En definitiva, la persona que bebe es quien tiene que actuar, pero una conversación puede ser un buen punto de partida», afirma Rummel.
Ya antes de la charla, los familiares pueden buscar un asesoramiento externo por parte de una oficina de asesoría. También para poder mencionarle a la persona afectada posibilidades de dónde puede buscar ayuda profesional.
¿Cómo mantengo las fuerzas como persona allegada?
Las preocupaciones, el apoyo, los pensamientos recurrentes… La adicción al alcohol puede afectar gravemente a los familiares y allegados.
«En primer lugar, la gente quiere proteger a los afectados, asumir sus tareas y excusar negligencias», observa Güttel. Sin embargo, este respaldo solo puede darse a condición de que la persona afectada busque ayuda profesional.
Si el familiar que padece alcoholismo se apoya en eso, pero no emprende nada en pos de su recuperación de la adicción, los familiares deberían marcar límites y tomar distancia de toda la problemática.
Rummel recomienda protegerse siempre uno mismo en primer lugar: «Al igual que en el avión, siempre hay que fijarse que uno acceda primero a su propia mascarilla de oxígeno».
Esto significa prestarse atención, cuidar de sí mismo y medir las propias fuerzas, permitirse tomar distancia momentánea, que la vida de uno no gire exclusivamente en torno al alcoholismo del ser querido. De esta manera, se estará en las mejores condiciones para brindarle ayuda.
Por Pauline Jürgens (dpa)