La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido este viernes de que falta de suministro sanitario en la región de Tigray debido al recrudecimiento de los combates en la zona y el empeoramiento tanto de la situación sanitaria como de la humanitaria.
«Sabemos que hay informes confirmados de desabastecimiento (de) líquidos intravenosos, antibióticos y otros medicamentos de tratamiento que no existen en esas instalaciones. Hemos tenido informes de primera mano de esa información», ha explicado el director de Intervenciones de Emergencias Sanitarias, Altaf Musani, desde Ginebra.
Solo el 30 por ciento de los establecimientos de salud en Tigray todavía pueden proporcionar informes de situación semanales a la OMS, por lo que esta situación «difícil» deja a las personas sin tratamientos por lesiones, inseguridad alimentaria o desnutrición, violencia sexual o de género, así como enfermedades como la malaria y el cólera.
Según datos del Programa Mundial de Alimentos (PMA), tanto en Amhara como en Afar, el 19 y el 14 por ciento, respectivamente, de los niños menores de cinco años, principalmente desplazados, padecen inseguridad alimentaria, mientras que en Tigray el 89 por ciento de la población padece esta condición, siendo casi la mitad casos graves.
«Casi uno de cada tres niños menores de cinco años en Tigray está desnutrido», ha precisado Musani, agregando que «el 65 por ciento de los niños no ha recibido apoyo nutricional en más de un año» debido, entre otras muchas causas, al recorte de los servicios sanitarios.
Por su parte, el jefe de equipo del sistema de gestión de incidentes y operaciones de emergencia para la OMS en Etiopía, Ilham Abdelhai Nur, ha precisado que el acceso a estos servicios fue intermitente entre marzo y agosto, así como durante la tregua humanitaria en Afar, Amhara y Tigray.
«Pudimos traer no mucho, pero realmente una pequeña cantidad que cubre una pequeña parte de las necesidades allí», ha explicado, agregando que, aunque pudieron apoyar la campaña de sarampión en Tigray, no fue así con el suministro debido a la escasez de dinero y combustible.
«No pudimos emprender actividades de prevención de la malaria por las mismas razones. No pudimos extender la campaña de vacunación contra el COVID-19 más allá de la capital, Mekelle, por lo que tenemos un gran problema de acceso allí», ha zanjado.
El conflicto en Etiopía estalló tras un ataque del Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) contra la principal base del Ejército, situada en Mekelle, tras lo que el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva contra el grupo tras meses de tensiones a nivel político y administrativo. En la actualidad hay en vigor una «tregua humanitaria», si bien ambas partes se han acusado de impedir la entrega de ayuda.