(dpa) – El hidrógeno verde es visto como un rayo de esperanza: una solución respetuosa con el medio ambiente y muy requerida para satisfacer las crecientes necesidades energéticas del mundo y, al mismo tiempo, mitigar el cambio climático.
África tiene todo lo que es fundamentalmente necesario para ello: grandes extensiones de tierra sin cultivar, sol, viento y energía hidráulica. No sorprende entonces que muchos países vean a África como un nuevo proveedor de energía limpia.
Cuando de innovación se trata, África suele quedar relegado en segundo plano, pero en el caso del hidrógeno verde, que se produce de forma climáticamente neutra, el continente está a la vanguardia.
El hidrógeno se obtiene mediante el uso de energías renovables en su producción, lo que lo convierte en un combustible limpio.
La electrólisis utiliza la electricidad verde para dividir el agua en hidrógeno y oxígeno. «Esperamos proyectos a una escala razonable ya en 2024, especialmente en el norte de África», señala Minh Khoi Le, experta en hidrógeno del instituto de investigación Rystad Energy, con sede en Oslo.
Egipto, Kenia, Mauritania, Marruecos, Namibia y Sudáfrica formaron el pasado mayo una alianza respaldada por las Naciones Unidas (ONU) para producir al menos 2.000 kilotoneladas de hidrógeno verde al año a partir de 2030.
La mayor iniciativa es el Proyecto Nour de Mauritania, con un potencial de hasta 10 GW de capacidad de electrólisis, que en colaboración con la empresa británica Chariot Energy Group y el puerto holandés de Rotterdam busca suministrar 600.000 toneladas de hidrógeno verde al año a Europa a partir de 2030.
Según informa el grupo de análisis financiero S&P Global, hay actualmente diez proyectos de hidrógeno verde en África, en distintas fases de desarrollo. Ya están en funcionamiento casi 600 centrales de energía renovable con una capacidad total de 64.000 megavatios, y están previstas otras 580 con una capacidad de 152.000 megavatios.
La fácil disponibilidad de energía eólica y solar es una «enorme oportunidad» para África, indica Erika Baldessin, analista de S&P. «África tiene el potencial de convertirse en un proveedor mundial de energía de bajo coste», destaca.
Solomon Agbo, físico del Centro de Investigación Jülich de la Universidad de Delft, en los Países Bajos, detalla que el precio de exportación calculado para producir hidrógeno verde en África Occidental es inferior a 2,50 euros por kilogramo. «Esto es mucho más económico que la producción en Alemania, que se estima en unos 3,80 euros por kilo», precisa.
Agbo es coordinador del proyecto H2Atlas África, con el que el Gobierno alemán quiere desarrollar proyectos de hidrógeno verde en cooperación con países del África subsahariana.
Según Agbo, en África Occidental, un tercio de la superficie es apta para plantas fotovoltaicas, y tres cuartas partes, para plantas eólicas en tierra. La región tiene el potencial de producir teóricamente hasta 165.000 teravatios hora al año. Y eso sería más que suficiente, ya que el plan estratégico de Alemania sobre el hidrógeno, por ejemplo, supone una demanda de entre 90 y 110 teravatios hora para 2030.
No solo el viento y el sol son decisivos para la elección del emplazamiento, sino también una evaluación de la disponibilidad de agua.
Según el Instituto Fraunhofer, la electrólisis para la producción de hidrógeno verde tiene una gran demanda de agua, para lo cual hay que utilizar recursos de agua dulce como ríos, lagos y aguas subterráneas o emplear plantas desalinizadoras de agua de mar. Por ello, los operadores deben garantizar que la producción de hidrógeno no tenga consecuencias negativas para el suministro de agua local o que haya conflictos de uso, indica la entidad.
Especialmente en el caso de la desalinización del agua de mar, hay que prestar atención a la demanda adicional de energía y a los posibles impactos ambientales negativos en los ecosistemas marinos costeros, agrega.
En el marco de su Estrategia Nacional sobre el Hidrógeno, Alemania estableció asociaciones con Namibia, la República Democrática del Congo, Sudáfrica, Angola y Marruecos. La Unión Europea (UE), por su parte, también tiene previsto pasar al hidrógeno verde en 2050.
Para independizarse del suministro energético de Rusia, en el plan estratégico de energía RepowerEU de la Unión Europea se elevó en marzo en otros 10 millones de toneladas la importación de hidrógeno verde al año. Esto se suma al objetivo actual de la UE de consumir 20 millones de toneladas de hidrógeno verde hasta 2030.
Hasta el momento, hay sobre todo planes, pero poco capital invertido. Un informe del Banco Africano de Desarrollo (BAfD) y la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) revela que solo el dos por ciento de todas las inversiones en energías renovables llegaron a África en los últimos 20 años. Sin embargo, los expertos afirman que la tendencia debería cambiar en un futuro próximo.
Uno de los primeros proyectos en África podría estar listo para su lanzamiento dentro de dos años, en el suroeste de Angola. Cerca de la capital, Luanda, se construyó una central hidroeléctrica de 2 gigavatios cofinanciada por Alemania. De la capacidad hasta ahora no utilizada se destinarán inicialmente 400 megavatios -y más tarde hasta 1.000 megavatios- a la producción de hidrógeno verde a partir de 2024. La línea para transportar corriente al puerto donde se realizará la electrólisis ya está instalada.
El siguiente paso es la construcción de una planta de electrólisis por parte de las empresas alemanas Gauff y Conjuncta, en colaboración con Sonangol. Como mayor empresa petrolera de África, Sonangol sabe cómo vender y exportar gas en el mercado mundial.
En tanto, la vecina Namibia tiene un proyecto de hidrógeno verde estimado en 9.400 millones de euros (9.300 millones de dólares), que se espera que entre en producción en 2026.
Sudáfrica también anunció en febrero planes para poner en marcha proyectos de hidrógeno verde por valor de casi 18.000 millones de euros en los próximos diez años. En la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático celebrada en Glasgow, se prometió al país para ello un desembolso de 8.500 millones de euros.
Por su parte, Kenia, Marruecos y Nigeria se encuentran en fases similares de desarrollo, mientras que Egipto está planeando tres proyectos públicos y privados de hidrógeno verde con una capacidad total de 300 megavatios y ya se firmó un memorando de entendimiento con la empresa alemana Siemens.
Sin embargo, también hay obstáculos: los proyectos deben alcanzar rápidamente un volumen de exportación importante para ser rentables. Esto requiere una estrecha colaboración entre gobiernos, empresas, inversores, bancos multilaterales de desarrollo y expertos técnicos. La transparencia y la rendición de cuentas serán fundamentales para evitar los escollos que asolaron la industria extractiva en el continente durante mucho tiempo.
También se necesita una buena infraestructura logística y el desarrollo de una red de suministro para bombear el hidrógeno a los clientes, el eslabón débil de África. Según el Banco Mundial, a ello se suma la escasez de ingenieros cualificados que puedan instalar, supervisar, operar y mantener los sistemas integrados de pilas de combustible e hidrógeno.
Sin embargo, la experta en hidrógeno Khoi Le sigue siendo optimista: «África se enfrenta al mismo reto técnico que el resto del mundo. La producción de hidrógeno verde a gran escala es nueva para todos».
Khoi Le menciona que, hasta ahora, es principalmente Europa la que mira hacia África. Ni Rusia ni China, primer productor mundial de hidrógeno verde, han invertido en energía verde en el continente. Pero apunta que el gigante chino de la industria solar GCL Group se interesó recientemente por el potencial de África. El Banco Africano de Desarrollo, por su parte, anunció que está abierto a todos los inversores.
Por Kristin Palitza (dpa)