Fragata «Schleswig-Holstein»/Mar Mediterráneo, 25 sep (dpa) – «Una pequeña patera de madera a estribor, totalmente llena», resuena en los altavoces del barco. Le sigue un aviso del comandante: «Preparados para llegar hasta nuestros límites». En el horizonte aparece un bote de madera de color azul claro. A través de los prismáticos se ve a gente, pero sólo unos pocos llevan chaleco salvavidas. Navegan por el Mediterráneo y esperan ser rescatados.
Once horas después, más de 700 refugiados se encuentran a bordo de la fragata alemana «Schleswig-Holstein». Muchos proceden del pequeño estado oriental africano de Eritrea o de Sudán, otros de Siria e Irak.
Se sientan muy juntos en la cubierta del barco, que en realidad sirve para el despegue y aterrizaje de helicópteros. Algunos están tumbados y duermen agotados en la sombra, mientras otros intentan protegerse con una sábana blanca de los fuertes rayos del sol del mediodía.
En una segunda cubierta, normalmente donde descansan los soldados, se sientan también decenas de refugiados. Todos tienen una mirada de esperanza en el rostro.
«Debido al alto número (de inmigrantes) la de hoy no es una operación normal», cuenta Lars L., secándose el sudor del rostro. Los últimos migrantes están montando a bordo, mientras él se abre paso hacia su posición en la cubierta.
En realidad el soldado de la Marina es experto en electrónica de la fragata. Pero durante las operaciones de rescate coordina el cuidado de los refugiados en la cubierta. Con temperaturas que rondan los 30 grados centígrados permanece en la cubierta, vestido durante casi 11 horas con su traje protector blanco, con gorro, guantes y mascarilla. «El tiempo ha sido hoy muy malo para nosotros».
El balance del día: un rescate de una patera, otro de un bote neumático y la subida a bordo de cientos de refugiados que estaban en un barco de la Marina británica. 767 migrantes en total, tantos como nunca antes a bordo del «Schleswig-Holstein». «Con seguridad ha sido un gran desafío», cuenta el comandante Marc Metzger. «Pero pese a ello hemos manejado con éxito la jornada».
La fragata con casi 250 soldados es uno de los dos barcos alemanes que participan en la misión de la Unión Europea EUNAVFOR MED. La misión fue acordada por la Unión Europea después de que cientos de refugiados murieran en el intento de llegar a Italia desde el norte de África.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el año pasado murieron en el Mediterráneo 2.223 personas y este año 2.748 hasta mediados de septiembre. La travesía desde el norte de África a Italia es la ruta más mortal a Europa. Desde el inicio de la misión europea a finales de junio los barcos alemanes rescataron a 2.357 refugiados. Antes, el Ejército alemán había rescatado a 5.673 personas bajo un mandato nacional.
«¿Este barco va a Alemania?», pregunta en árabe un hombre de Eritrea. Está sentado en la cubierta de vuelo, a la sombra de una lona con su hijo en el regazo, que juega con un peluche que le han dado los soldados alemanes. No, el barco va a Italia. «¿Y está muy lejos de Alemania?»
A su lado se sienta una mujer con el «invitado» -como los soldados llaman respetuosamente a los refugiados- más joven del barco, un bebé de 39 días de vida. También el eritreo Girmay pregunta qué ocurrirá con ellos. No quiere ir a Alemania, sino a Reino Unido. «Allí hablo el idioma», cuenta el hombre de 31 años en inglés. En Reino Unido quiere realizar estudios técnicos.
Describe como un «viaje amargo» las horas a bordo de la patera que pasó entre otros cientos de migrantes de camino a Europa. «Las condiciones eran malas, apenas podía respirar y hacía mucho calor». Antes del viaje en barco fue golpeado en Libia, cuenta mostrando una herida cicatrizada en el brazo. Aunque no explica por quién.
«Ésta es la operación más exigente y difícil para nosotros», señala Lars L. El capitán del barco ya estuvo destinado a operaciones ante las costas de Líbano y a la lucha contra la piratería en el cuerno de África. Pero esta misión es diferente. «Tengo un hijo en casa, así que tengo una idea propia de lo que significa huir con la familia por el Mediterráneo». Cuantos más refugiados salva la fragarta y más rutinarias se vuelven las operaciones, más emotivo es todo para él, explica, porque «desaparece la distancia».
Tras la operación, el buque se dirige a alta velocidad en dirección a Palermo, en Sicilia. Allí los rescatados serán entregados a las autoridades italianas. Por la noche sopla el viento y las olas son altas, lo que hace que muchos refugiados se mareen.
También a muchos de los soldados les cuesta descansar. «El cuerpo pide dormir, pero la cabeza pide trabajar», dice Lars L. Tras la entrega de los «invitados», para él y para la tripulación el trabajo continúa: el barco será desinfectado y cargado de combustible, y después volverá a salir a alta mar en el Mediterráneo.
Por Gioia Forster