(EP) – El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) acometerá este jueves la primera subida de los tipos de interés en la eurozona desde julio de 2011, poniendo así final a una era en la política monetaria de la zona euro ante el acoso de una inflación desbocada y la caída sin freno de la cotización del euro frente al dólar en los últimos meses, a la vez que Italia atraviesa una nueva crisis política.
Esta primera subida, que afectará a las tres tasas manejadas por el banco central (depósito, refinanciación y préstamo), fue telegrafiada por el BCE en su anterior reunión de junio, por lo que salvo sorpresa inesperada, que tendría una difícil explicación, será de 25 puntos básicos.
Además de la confirmación del anuncio de la primera subida de los tipos de interés en la eurozona, la reunión del jueves del Consejo de Gobierno contará también con otro punto de gran interés, puesto que podrían anunciarse los detalles del plan antifragmentación en el que está trabajando el BCE.
Desde Bank of América apuntan que una subida de tipos mayor de 25 puntos básicos este jueves «es poco probable, pero no impensable», algo que también relacionan con la presentación de la nueva herramienta del BCE para combatir la fragmentación.
«Dados los desarrollos recientes sobre la inflación y en otros bancos centrales, no se puede descartar un movimiento de 50 puntos básicos», aunque el banco estadounidense se plantea preferentemente que en vez de una subida mayor de lo previsto, Lagarde en la rueda de prensa posterior «deje la puerta totalmente abierta a más de 50 puntos básicos en septiembre».
En este sentido, Ulrike Kastens, economista para Europa de DWS, apunta que el endurecimiento que pueda anunciar el BCE de su política monetaria puede ser mayor cuanto más potente resulte ser el programa para combatir la fragmentación en la eurozona.
«Ha alimentado grandes expectativas en el mercado, que ahora deben cumplirse», advierte la economista, que no espera que dicho programa sea limitado en el tiempo y ve probable que las posibles compras de activos se esterilicen para evitar una nueva expansión del balance del BCE, aunque apuesta por que el BCE sólo podrá comprar bonos de países concretos si éstos cumplen determinadas condiciones fiscales.
«Sin embargo, no cabe esperar condiciones y normas estrictas como en el caso de las OMT, sino que el banco central podría conformarse con declaraciones de intenciones», señala Kastens, advirtiendo de que esto podría hacer que el nuevo programa sea legalmente impugnable a medio plazo.
Por su parte, los analistas de Bank of America consideran al respecto que es probable que al menos el BCE haga un anuncio parcial sobre la nueva herramienta, con la posibilidad de que se publiquen algunos detalles en una fecha posterior, aunque advierten de que la condicionalidad y los factores desencadenantes potenciales del nuevo instrumentos, al dejar mucho espacio para la interpretación subjetiva, lo harán menos eficaz y probablemente «empujarán al mercado a probar al BCE».
«Desafortunadamente para el BCE, el mercado podría intentar probar esa nueva herramienta antes de lo que pensábamos hace unos días. Los acontecimientos políticos en Italia no ayudan a este respecto», apuntan, ya que, en el caso de una crisis en toda regla, las reinversiones pueden ayudar por un tiempo, pero sin el respaldo de la nueva herramienta, en última instancia, no serían suficientes.