(dpa) – La idea de la cámara instantánea tiene casi 90 años: en los años 30, el físico estadounidense Edwin Herbert Land desarrolló el primer filtro polarizador sintético, para el cual solicitó una patente en 1933. En 1947, el inventor presentó su primera cámara instantánea, la Land Camera, y un año mäas tarde comenzó a comercializarse la primera cámara Polaroid.
Sin embargo, no es la cámara la que se convierte en el invento sensacional, sino la película fotográfica: un casete con hasta diez imágenes con un laboratorio fotográfico integrado. En el borde inferior, de color blanco, cada foto contiene unos pocos mililitros de productos químicos en tres pequeñas bolsas.
Cuando se suelta el obturador, la película es tirada por dos rodillos para que las bolsas químicas estallen y el contenido se extienda sobre el positivo. De esta manera, las fotos se revelan solas en cuestión de minutos y ya no es necesario ir al laboratorio fotográfico.
Marwan El-Mozayen, editor de la revista de fotografía «Silvergrain Classics», explica la tendencia hacia las cámaras instantáneas, que se debe no solo a la singularidad de cada imagen individual, sino también al procedimiento que las crea.
«El fotógrafo experimenta el revelado de la foto, ve cómo sale mecánicamente de la cámara», señala El-Mozayen. «Primero ve una foto fantasma, que poco a poco se convierte en una foto terminada. Es un pequeño evento, y tiene algo de mágico», puntualiza el experto.
En las décadas siguientes a su invención, la cámara instantánea fue utilizada por varios artistas como cámara documental, para recabar pruebas o como herramienta de trabajo. Ansel Adams, Andy Warhol, Helmut Newton, Walker Evans o David Hockney trabajaron con Polaroid. Los diseñadores de moda, los arquitectos y los pintores también apostaron por esta técnica.
Pero con el éxito de la fotografía digital y el uso de los teléfonos inteligentes, las ventas de cámaras instantáneas cayeron en picado. Cuando Polaroid dejó de producir películas y cámaras instantáneas en 2008, Fujifilm fue durante un tiempo el único fabricante de cámaras y películas instantáneas en el mercado.
En 2008, cuando Florian «Doc» Kaps fundó la compañía «The Impossible Project», volvió a haber un segundo proveedor. El empresario vienés Kaps, que ya se había hecho un nombre con su apuesta por la fotografía instantánea experimental y analógica (lomografía), compró con dos asociados la última planta de producción de Polaroid en los Países Bajos y comenzó a desarrollar nuevas películas instantáneas en el marco de su “proyecto imposible”.
«Fue complicado, ya que una película Polaroid requiere más de 35 componentes, pero solo la mitad de ellos estaban todavía disponibles», explica Kaps. Especial apoyo recibió la iniciativa de jóvenes creativos que hasta entonces no habían tenido nada que ver con Polaroid.
Tras dos años de trabajo, Kaps consiguió vender las primeras películas en 2010, y desde entonces ha sido considerado el salvador de la película instantánea. «Las nuevas películas se hacen con una nueva receta. Por lo tanto, es un producto diferente al de entonces. Pero una Polaroid sigue siendo única», asevera. «Polaroid ofrece una pieza única para un momento especial de la vida, es una foto real y revelada por uno mismo».
El artista alemán Markus Elsner lleva fotografiando con cámaras instantáneas Polaroid desde mediados de la década de 1980. «Me fascinó inmediatamente esta técnica rápida y maravillosa, el formato de imagen cuadrado con la barra blanca inferior y las peculiaridades del color», argumenta Elsner, que lleva casi 40 años trabajando con cámaras Polaroid, principalmente con modelos de las series SX-70 o 600.
Mientras que las diapositivas de 35 mm pueden mostrar hasta 34.000 tonos de color diferentes, las Polaroid solo llegan a 300. «La cámara interpreta los colores por sí misma y tiene su propia estética cromática. El que sabe hacerlo, puede utilizar esta característica de manera específica. Esto es un atractivo especial, al igual que el procesamiento manual de la foto», explica Elsner.
Marwan El-Mozayen admite que la calidad de las cámaras históricas de Polaroid, como la SX-70, es claramente mejor, pero prefiere Fujifilm en lo que respecta a las películas. «Las películas Fuji ofrecen una mejor reproducción del color, son casi perfectas y cuestan mucho menos que las Polaroid. Además, están disponibles en casi todos lados», afirma.
Según el experto, las películas Fuji son fiables, ofrecen una alta sensibilidad lumínica de ISO 800 y una gran latitud de exposición. Por otro lado, añade, la imprevisibilidad de las Polaroid también es un atractivo. «A algunos fotógrafos les gusta el factor sorpresa de la Polaroid porque nunca se puede estar seguro de cómo saldrán los colores», afirma Marwan El-Mozayen.
«Antes de cada toma, los fotógrafos tienen que pensar en qué es lo quieren captar, porque cada foto es cara y única», señala Markus Elsner. En lugar de accionar el obturador arbitrariamente, añade, los fotógrafos deben concentrarse en esa «imagen que luego quedará grabada en piedra».
Por Fabian Hoberg (dpa)