(dpa) – Para muchas familias, es inconcebible una vida sin su propio automóvil. Pero para Iris y Björn Kropp, de la localidad de Oldenburg, esto es normal.
Cuando hace tres años y medio se deshicieron de su automóvil, sus hijos Martje y Jasper tenían tres y nueve años.
Muchos amigos pensaron que estaban locos, según recuerda Iris Kropp: «Nos pronosticaron que con dos niños eso estaba completamente fuera de discusión».
Y como su marido pasa la mitad el tiempo como capitán en el mar, Iris Kropp transcurre largos periodos con sus hijos. Y, además, tiene un viaje de aproximadamente 20 kilómetros a su trabajo. Igualmente, asegura hoy en día: «Hasta ahora no extrañamos nuestro propio automóvil».
Para muchos, el coche familiar motorizado sigue siendo el medio de transporte habitual, ya sea para ir al trabajo, a visitar a los amigos o salir de vacaciones.
Según indica la Agencia alemana de Medio Ambiente, durante los últimos años la cifra de automóviles permitidos aumentó claramente. Entre 2010 y 2020, el incremento fue del 14 por ciento.
Cada vez más se registran hogares con dos e incluso tres vehículos. Las emisiones de dióxido de carbono procedentes del tráfico de automóviles también aumentaron, aunque el Gobierno se propone reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La protección del medio ambiente se volvió un argumento para que la familia Kropp desistiera de tener su propio vehículo. Y también lo fue moverse más en la vida cotidiana.
Incluso bajo la lluvia o la nieve, Iris Kropp pedalea hasta su trabajo, o sea que cumple un trayecto de entre unos 80 y 100 kilómetros por semana. Esta maestra es prácticamente la única en utilizar este medio de locomoción entre sus colegas.
Si se contemplan las cifras de la Oficina Federal de Estadística, eso no sorprende: el 68 por ciento de las personas que viajan a su trabajo lo hicieron en 2020 con su coche, frecuentemente también a veces en distancias cortas.
El bus y el tren fueron utilizados por alrededor del 13 por ciento, mientras que solo uno de cada diez empleó una bicicleta.
En el caso de los hijos, Martje y Jasper, el camino hasta la escuela es corto y allí ni se formula la pregunta sobre el medio de transporte. Martje directamente va a pie, y Jasper se sube a su bicicleta.
Por la tarde tienen que planificar un poco más, por ejemplo cuando Jasper va a los bomberos voluntarios en la localidad vecina, donde asumió un compromiso.
La mayoría de los jóvenes de su edad dejaría que sus padres los lleven, pero Jasper se las arregla para recorrer esos diez kilómetros sin servicio de traslado de sus progenitores. Dependiendo del clima, recurre a la bicicleta o a los medios de transporte público.
Así se sucedieron pequeñas aventuras, por ejemplo cuando el niño se equivocó de tren con apenas 11 años y viajó solo de vuelta desde la siguiente estación. «Para Jasper, la vida sin su propio coche supuso una buena porción de independencia desde muy pronto», se enorgullece su madre.
En tanto, las clases de equitación de Martje son un poco más lejos que los bomberos de Jasper. No existe una buena conexión de bus, y directamente no alcanza el tiempo para ir en bicicleta luego de la escuela.
Por eso, Iris Kropp tomó la decisión de reservar una vez por semana un automóvil a través del «carsharing». Como miembro, paga mensualmente una cuota básica y cada viaje se calcula adicionalmente en base al tiempo y los kilómetros recorridos.
Las distancias cortas, o sea a la casa de amigas, Martje las recorre con su propia bicicleta. Y, cuando los caminos son un poco más largos, su familia la lleva, aunque sin utilizar un motor. Para ese tipo de viajes, la familia consiguió una bicicleta de carga.
Adelante, en la caja de transporte, pueden viajar hasta dos niños. Martje se sienta en el banco desplegable y, cuando llueve, se mantiene razonablemente seca bajo la lona protectora.
Y, para que durante los trayectos mas largos ella también pueda pedalear, desde hace poco también hay un nuevo medio de transporte en la familia, una bicicleta tándem usada.
Uno de los padres se sienta en la parte de atrás y dirige para que Martje tenga una visión amplia y pueda pedalear en función de sus ganas y su resistencia.
A largo plazo, la familia quiere utilizar esta bicicleta para trayectos más largos, y en viajes más cortos Martje montará cada vez más en su propia bicicleta.
La bicicleta de carga de todas maneras continúa teniendo un lugar fijo en la vida cotidiana de la familia. Para las compras del fin de semana, con las cajas de bebidas, resulta indispensable. Y también sirve para trasladar hasta casa un nuevo estante o tierra para los canteros.
«Lo más grande que transportamos hasta ahora en la bicicleta de carga fue nuestro árbol de Navidad, de 2,80 metros», cuenta Iris Kropp. Sin embargo, para ello debieron empujar el vehículo. Y para los niños la compra del árbol se convirtió en un verdadero evento.
La bicicleta de carga de los Kropp transporta hasta 80 kilogramos, aunque es factible llevar un peso mucho mayor. Según señalan los fabricantes, algunos modelos de tres ruedas con motor eléctrico pueden transportar hasta 180 kilos, conductor incluido.
Aunque solamente los niños de hasta siete años pueden viajar en un remolque de bicicleta, muchas bicicletas de carga también permiten el transporte de niños mayores e incluso de adultos.
Un remolque, en cambio, tiene otras ventajas, como que ocupa menos espacio y es fácil de enganchar y desenganchar. Los modelos con suspensión son especialmente seguros para el transporte de los más pequeños.
También durante los fines de semana la familia Kropp sale mucho con la bicicleta. «Incluso a Jasper, con sus 13 años, le gusta participar», comenta Iris Kropp.
Así van juntos al bosque, a un parque al aire libre o al lago a bañarse. El verano pasado, la familia empacó remolque, bicicleta de carga y bolsas para bicicletas y se fue de campamento al Mar del Norte.
El camino a la Selva Negra hace dos años todavía era demasiado lejano, pero podía llegarse fácilmente hasta allí con el tren.
«Había una gran red de transporte local que se podía utilizar gratuitamente con una tarjeta de balneario», recuerda Iris Kropp. Así que los cuatro pudieron hacer numerosos planes, incluso sin coche y, por una vez, incluso sin bicicleta.
Por Ann-Kathrin Marr (dpa)