El relato comienza con Cecilia y Helena, dos niñas que van con el colegio a visitar el museo de El Chopo en México. Están fascinadas porque es un museo de ciencia natural con animales disecados, esqueletos de dinosaurios y también hay momias. Su madre les cuenta que su tía Marcela está en ese museo momificada y se entusiasman con poder verla. A partir de ese momento, entreverada en varios planos narrativos, conoceremos la historia que llevó a Marcela a convertirse en una muerta incorrupta: su historia de amor con Rómulo, su fallecimiento y su periplo una vez convertida en cadáver.
“Una de las momias parecía distinta a las demás. La colocaron acostada en un ataúd de madera más labrada, como los que trabajan en Pátzcuaro. Estaba muy bien acabado y si mal no recuerdo con barniz. Se veía bonito, hasta eso. Supe que ella era mi tía porque conservaba el vestido blanco que tantas veces escuché describir. Estaba enterita.
Helena y yo, con nuestro secreto a cuestas, permanecíamos calladitas, abríamos ojos y boca, mientras la maestra explicaba. ¿Todo eso le pasó a la tía? ¡Cállate! Le retorcí la tela de la manga de su blusa, simulando un pellizco. Pero ¿el cuerpo?, ¿por qué no se le ha caído a pedazos? ¡Cállate, Helena, por el amor de Dios! Te van a oír. Mira a la «chismosota» aquella (señalé a una compañera), parando la oreja.
Llegamos en grupo hasta mi tía la momia, ¡qué horror! La maestra pidió respetar el círculo y no fue necesario insistir. Aquella momia estaba en mejores condiciones que las demás. Su rostro, aunque demacrado todavía, guardaba la expresión tranquila posterior a la muerte. El vestido que la cubría señalaba su cuerpo, no parecía tan rígido como el de las demás. Tenía una cabellera obscura, tersa, muy singular. Como muchas miedosas de mi salón, tuve ganas de salir corriendo. Los corazones parecían salirse de nuestros pequeños pechos.” (Fragmento de La noche anterior al cierre el museo fue plenilunio, La Equilibrista, 2020)
Basada en una historia familiar, la narración se desarrolla entre el pueblo michoacano de Tlapujahua, y la Ciudad de México, bajo el cobijo de uno de los museos icónicos y entrañables, principalmente para los capitalinos: El Chopo.
La vida de los personajes confluye en una sola, la de Marcela, descubierta incorrupta por su esposo y trasladada por su hijastro a Azcapotzalco, pueblo aledaño a la Ciudad de México, y posteriormente al museo de El Chopo. Rómulo, Marcela la viva, Esteban, Marcela la momia, Helena y Cecilia, son los personajes centrales del relato. Un cruce de pasiones, amores y extravíos de aquellos que no pasan completamente el dintel de la muerte, quedan a medias, incorruptos o momificados, y de los que viven a su alrededor y no pueden sustraerse de las pasiones oscuras, tiernas, descarriadas y brutales que inspiran.
La noche anterior al cierre el museo fue plenilunio tiene una estructura polifónica en la que se delinea casi desapercibidamente un país posrevolucionario custodiado por el emblemático museo del edificio de cristal. Una historia distinta, con cierto humor, llena de pasión y que muestra una faceta del México profundo.
Carmen Turrent (México, 1946) radica en la ciudad de Cuernavaca desde hace más de cuarenta años y es profesora de primaria, maestra en ciencias del lenguaje y doctora en literatura mexicana. Ha trabajado en la formación de maestros de lengua y literatura y en educación indígena de su país en la Universidad Pedagógica Nacional; además ha publicado diversos artículos sobre arte, educación y literatura en revistas universitarias, y cuentos como coautora.
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