(dpa) – Durante meses la joven artista rusa Yulia Tsvetkova estuvo bajo arresto domiciliario por sus dibujos de mujeres desnudas. «Se me acusa de haber difundido pornografía en Internet», dice esta mujer de 27 años. Desde su casa, en la ciudad de Komsomolsk del Amur, en el extremo este de Rusia, se comunica por videollamada con dpa.
Tsvetkova no considera que sus obras sean pornografía, opinión que también defienden muchos expertos en arte, que hacen referencia a las pinturas de mujeres desnudas de grandes maestros en museos de todo el mundo. Pero en Rusia a veces basta un arcoriris pintado para poner en marcha todo el aparato del Estado.
Como dibuja a parejas del mismo sexo -mujeres y hombres- con niños, Yulia Tsvetkova causa molestias una y otra vez. «La familia es aquella en la que hay amor», se lee en una de sus obras con la bandera del arcoiris.
Una jueza la condenó por eso a principios de mes a una multa de 75.000 rublos (unos 926 euros o un poco más de mil dólares). Eso son prácticamente dos sueldos mensuales en esa región. Demasiado dinero para esta directora teatral desempleada que debido a la acusación también perdió su puesto de directora de un centro de encuentro.
Todo este asunto hizo que Tsvetkova tuviera que ver incluso ya con el Servicio Federal de Seguridad FSB, responsable de la seguridad interna del país.
«La orientación sexual no es una idea, no es una convicción», dijo Tsvetkova ante el tribunal. «Y personalmente no conozco ningún caso en el que un niño se haya vuelto gay por ver una bandera del arcoiris».
La jueza lo vio distinto y condenó a la artista porque, en su opinión, perjudica el desarrollo de niños. Y eso a pesar de que las imágenes que se difundieron en Internet tenían la advertencia de que eran para mayores de 18 años.
En otro juicio, Tsvetkova fue condenada a pagar una multa de 50.000 rublos. Y aún le espera un tercer juicio.
Hace tiempo que esta feminista de la región de Jabarovsk es conocida en todo el país por su compromiso en la lucha por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI). También la Unión Europea está siguiendo su caso de cerca.
Pero lo peor aún está por venir. Como dibujó a mujeres desnudas, deberá responder pronto ante la Justicia por propagación de pornografía. Puede ser condenada por eso a hasta seis años de campo de trabajo.
Las obras forman parte de una colección titulada «Una mujer no es una muñeca». Muchos rusos famosos del mundo del entretenimiento y de los medios, defensores de los derechos humanos y políticos cuestionaron el proceder de la Justicia contra la artista.
«¡Libertad para Yulia Tsvetkova!», reclaman muchos activistas con carteles en protestas callejeras. Y una y otra vez en estas manifestaciones se producen violentas detenciones.
También Internet -Facebook, Telegram, Instagram, YouTube- está lleno de duras críticas a las autoridades. La misma Yulia Tsvetkova informa y moviliza a través de las redes sociales.
Feministas en todo el país se manifiestan en contra de la violencia contra las mujeres y a favor de más derechos. «Mi cuerpo, mi decisión», se convirtió mientras tanto en el lema del movimiento. Las mujeres no quieren que sea el Estado el que decida qué pueden mostrar.
«Ese apoyo me hace bien, porque entonces no me siento sola», dice Tsvetkova. «Pero también hay mucho odio contra mí y contra mi mamá. Eso es difícil de soportar. Nos amenazan con matarnos a disparos o quemarnos. Y hay descripciones detalladas de dónde vivo».
Incluso la misma Policía subió al principio a las redes videos de sus interrogatorios con comentarios. Los remitentes de los mensajes de odio contra homosexuales son conocidos con nombre y apellido. Pero no deben temer ningún enjuiciamiento como el que sufre la artista.
Las organizaciones defensoras de los derechos humanos Memorial y Amnistía Internacional pusieron a Yulia Tsvetkova oficialmente en su lista de perseguidos políticos. «Se convirtió en blanco de una campaña larga, discriminatoria y claramente homófoba», señala el dossier de Memorial. «Las autoridades le asestaron un golpe detrás de otro al detenerla, interrogarla e intimidarla arbitrariamente».
Yulia Tsvetkova sabe que tiene una larga y peligrosa lucha por delante. «Sería raro no tener miedo». Una y otra vez esta artista, que estudió en Londres y Moscú, pensó en darle la espalda a su provincia. Pero no puede dejar la ciudad debido al proceso judicial.
«Para el movimiento LGTBI la situación en el país seguirá empeorando», afirma. Por un lado, está la ley de 2013 criticada internacionalmente que prohibe la «propaganda gay» y que se aplica ampliamente. Prohibe que en presencia de niños se hable de manera positiva sobre el amor entre dos personas del mismo sexo.
Por otro lado, el presidente Vladimir Putin hizo aprobar hace poco una nueva Constitución con valores conservadores, que excluye el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Cuando en junio las embajadas de Estados Unidos y el Reino Unido izaron la bandera del arcoiris en solidaridad con el movimiento LGTBI, el Kremlin lo consideró una violación de las leyes rusas. El enorme país con su influyente iglesia ortodoxa rusa se enfrenta cada vez más al arcoiris, el símbolo internacional de la tolerancia respecto de las minorías sexuales.
Hace poco, el jefe del Kremlin Putin escuchó en una reunión con funcionarios que el popular helado Raduga supone un peligro para los niños. Raduga significa arcoiris en ruso, por lo que el envase es tan colorido como indica su nombre. La política Yekaterina Lajova advirtió que eso puede acostumbrar a los niños a ver el arcoiris. Putin no la contradijo.
Por Ulf Mauder (dpa)