(dpa) – En un día lluvioso, Paulo está jugando con una pelota y unos bloques de colores en el apartamento de su familia en La Habana. Podría ser un niño más en Cuba pero a sus apenas 13 meses ha sido el primero de la isla socialista del Caribe en tener oficialmente dos madres.
«Queríamos ser absolutamente abiertas sobre nuestra relación y no escondernos», dice a dpa su madre, Hope Bastian. «No queríamos que nuestro hijo se expusiera a los prejuicios». La antropóloga estadounidense está casada con la psicóloga cubana Dachelys Valdés desde 2017, pero como no hay matrimonio para todos en Cuba, la pareja se casó en Florida.
Cuba ha tenido una actitud ambivalente hacia las relaciones entre personas del mismo sexo. Tras la victoria revolucionaria de 1959, los homosexuales fueron enviados a menudo a campos de trabajo de las fuerzas armadas. A través del trabajo duro, los gays debían ser puestos en el camino correcto de los cánones de la Revolución.
Pero hoy en día, los homosexuales en Cuba tienen menos que temer a la discriminación. Mariela Castro, hija del ex presidente Raúl Castro, dirige el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y es considerada una defensora de los derechos de los gays, lesbianas y transexuales. En Cuba no es común ver a una pareja homosexual besarse en la calle o ir de la mano en el transporte público. Sin embargo, el legendario club gay El Mejunje existe desde hace más de 30 años en Santa Clara, en el centro del país. Incluso siendo un joven secretario del partido, el actual presidente Miguel Díaz-Canel mantuvo su mano protectora sobre él.
A finales del año pasado abrió sus puertas el Grand Rainbow Muthu abrió en la isla de Cayo Guillermo, este es el primer hotel en Cuba que se dirige específicamente a huéspedes homosexuales. El establecimiento de cinco estrellas pertenece a la cadena india MGM Muthu Hotels y es gestionado por Gaviota, el operador turístico de las fuerzas armadas cubanas.
Pero especialmente en la comparación regional, la Cuba que no permite el pluralismo político es sorprendentemente progresista en cuestiones de igualdad de género. Según el informe Homofobia de Estado 2019 publicado por la Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersexuales (ILGA, por su sigla en inglés), las relaciones homosexuales todavía son perseguidas en varios estados del Caribe inglés, que las consideran como un delito. En Barbados, Guyana, Jamaica, San Vicente y las Granadinas y San Cristóbal y Nieves todavía se consideran sodomía y las personas pueden ser procesadas. En Antigua y Barbuda, Dominica y Santa Lucía, solo se prohíben las relaciones sexuales si son entre hombres.
Durante la reforma constitucional del pasado año, el matrimonio gay iba a ser registrado legalmente, pero al final el Gobierno cubano se echó atrás. Grupos evangélicos y sectores conservadores de la sociedad y el Gobierno temían que la apertura del matrimonio a parejas del mismo sexo pudiera poner en peligro a la familia tradicional formada por padre y madre, por lo que iniciaron una campaña en su contra.
«A favor del diseño original de la familia», fue el lema que se vio en carteles y octavillas, algo inédito en la isla donde solo está permitida la propaganda del Partido Comunista y sus organizaciones sociales, las únicas legales en el país.
Finalmente, el Gobierno alegó que la sociedad no estaba todavía preparada y pospuso el debate a la aprobación del Código de Familia que irá a referéndum en 2021.
«¿Por qué estamos llevando los derechos a plebiscito?», se pregunta Hope, aunque confía que «la mayoría de las personas sí van a estar de acuerdo con el Código de Familia que es para expandir los derechos y la inclusión»
«Hay sectores conservadores a los que les cuesta trabajo vivir en la pluralidad que somos», señala Dachelys Valdés.
En septiembre de 2018 viajó a los Estados Unidos de nuevo con su compañera Hope Bastian, esta vez las dos mujeres querían formar una familia. Bastian fue inseminada artificialmente por medio de la fertilización in vitro, y después de 15 días la prueba de embarazo fue positiva. Finalmente, Hope dio a luz a su hijo Paulo en Estados unidos porque querían asegurarse de que ambas mujeres fueran registradas como madres en el certificado de nacimiento.
«Vimos que sería más fácil presentar un documento legal y que se reconociera en Cuba que empezar de cero aquí», dice Valdés. Tras una serie de visitas a las autoridades y meses de espera, las mujeres recibieron finalmente la tan esperada llamada de la oficina del registro civil: «Ya pueden pasar a por el certificado».
Según lo escuchó, Valdés salió en bicicleta y se cruzó la ciudad para tener el documento. «Cuando llegué, todo estaba listo y aprobado, pero el formulario aún tenía solo los campos para padre y madre», recuerda Valdés. Así que un informático del Ministerio de Justicia fue llamado especialmente para modificar el software del programa e insertar dos campos para la madre en el documento.
El certificado de nacimiento que obtuvieron establece que «la inscripción se practica en virtud de ambas madres al tratarse de un caso de doble maternidad» amparado en el reconocimiento constitucional al derecho a fundar una familia, «cualquiera que sea su forma de organización» y «vela por el interés superior del niño y su derecho a ser inscrito».
«El mensaje que debemos dar a nuestros hijos es que la familia es un espacio de amor, donde te cuidan, donde aprenden», dice Hope, mientras Paulo sigue jugando a encender y apagar el ventilador. «No tiene nada que ver con el género, sino con el amor que podemos dar a un niño».
Por Guillermo Nova (dpa)