(dpa) – Agarrar el móvil para leer desde el dispositivo a su hijo unas páginas en voz alta de Bobo -popular cuento infantil alemán-, chequear rápidamente los e-mails, cavar con el niño en el arenero, postear una foto.
Así es el día a día de muchos padres alemanes. Como resultado, los menores conviven con la presencia constante del teléfono móvil. La Universidad de Ciencias Aplicadas de Zúrich (Suiza) evalúa las consecuencias.
Los resultados iniciales del estudio llevado a cabo por la universidad no son sorprendentes pero sí preocupantes: si papá y mamá pasan el tiempo mirando fijamente la pantalla del celular, los niños carecen de contacto visual y de la viveza de las expresiones faciales, lo que puede perjudicar su desarrollo y capacidad de desarrollar lazos afectivos. Pero, ¿cómo remediarlo?
El celular como manual
El escritor de libros Thomas Feibel trata el tema del crecimiento y desarrollo de los menores en un mundo altamente digitalizado. En una entrevista concedida a dpa, recomienda a los padres que no se culpabilicen y aporta pautas para disminuir el uso del celular cuando se está en compañía de los hijos.
«Para empezar, basta con reconocer que dejar de utilizar el móvil supone un gran esfuerzo», explica. Y añade que el celular es un poderoso dispositivo, tanto, que se ha convertido en una suerte de manual, de guía del hombre moderno. «Por eso es tan difícil usarlo exclusivamente cuando el niño duerme», acota.
Establecer rituales ayuda
Feibel aconseja acostumbrarse a ciertos rituales como por ejemplo no utilizar el móvil durante las comidas ni en el dormitorio ni tampoco mientras se ve en familia una película en la televisión.
Asegura que lo que funciona muy bien con los niños es poner el celular simbólicamente a dormir, depositarlo, por ejemplo, dentro de una caja, fuera del alcance de la vista. «Eso también fortalece el rol de los progenitores como modelo de conducta», señala.
Incluso en el parque de juegos el móvil puede quedarse en el bolsillo. Quizá no sea muy emocionante observar a los retoños deslizarse por el tobogán por tercera vez pero Feibel insiste en que es preferible pasar 45 minutos con los niños en el parque sin usar el móvil que tres horas usándolo.
Por Julia Kirchner (dpa)