(dpa) – Tom Baker conduce cuidadosamente el autobús abierto a través de las dunas en el norte de Corolla. Una y otra vez tiene que apretar el acelerador con fuerza para superar los montículos de arena muy fina en los Bancos Externos (Outer Banks) de Carolina del Norte, en Estados Unidos.
Su misión es encontrar a los caballos salvajes que viven aquí, entre las dunas y la playa.
Los Bancos Exteriores son una cadena de islas barrera frente a la costa de Carolina del Norte en el Océano Atlántico. Van desde Corolla, en la frontera con el estado de Virginia, hasta el Cabo Lookout, en el sur.
Es un día muy ventoso. Mientras busca los caballos salvajes entre las dunas, Baker cuenta la historia de estos Mustangs españoles de pura raza. «Exactamente iguales como los que nadaron hacia la costa desde una galera española varada hace 500 años y se establecieron aquí en las dunas», detalla.
Aquel barco español sufrió el mismo destino que muchos otros en esta zona. «Los Bancos Exteriores son llamados el cementerio del Atlántico porque hay numerosos bancos de arena subterráneos en los que los barcos encallan con frecuencia», explica Baker. «La zona de aquí arriba pertenece a los Mustangs», subraya.
En la zona no hay carreteras y solo unas pocas casas aisladas. Según el guía, el problema de la travesía matutina es que el viento viene del noreste, y cuando viene de esa dirección, es duro y frío.
«Los caballos se protegen del viento debajo de arbustos espinosos o de los árboles en los jardines de las casas», señala.
Una mula encantadora
De pronto, hay un murmullo en el autobús, un pasajero ha visto algo.
«Ese es Raymond», dice Baker con alivio. «No es un Mustang, es un mulo, que se cree que es un caballo y está reuniendo a las damas a su alrededor», resalta el joven.
De hecho, junto a Raymond se escondieron tres yeguas Mustang detrás de una casa. Finalmente, el mulo las empuja hacia la playa. «A menudo se pueden ver caballos en la playa e incluso en el agua para refrescarse en los días calurosos», cuenta.
A los animales no les gusta el viento, aunque es una constante en las islas y la razón principal por la que los hermanos Wilbur y Orville Wright se marcharon a Kill Devil Hills en 1902.
Los dos tenían una tienda de bicicletas en Ohio, y estaban fascinados con lo que Otto Lilienthal había probado en Alemania: volar.
Ambos calcularon y probaron, construyeron piezas y siguieron calculando. Finalmente, se propusieron encontrar un lugar donde hubiera viento, con mucha arena suave.
Pruebas de vuelo en la playa
Los hermanos Wright eligieron Kill Devil Hills. Se embarcaron en un largo viaje que los llevó del oeste medio hasta los estados del sur. Orville y Wilbur se obsesionaron con la idea de que el hombre podía volar y se establecieron en la playa.
Hicieron cuatro vuelos el 17 de diciembre de 1903. El más largo de ellos cubrió una distancia de 852 pies, casi 300 metros, en 59 segundos. El intento fue un éxito, incluso registrado en una fotografía tomada por un asistente. Pero los periódicos a los que telegrafiaron su sensacional intento de vuelo no dieron importancia a la noticia.
Así pasaron algunos años antes de que la aviación se desarrollara y se convirtiera en un medio de transporte moderno, tal como los hermanos Wright lo habían imaginado.
Aún hoy en día las placas de los coches de Carolina del Norte tienen pintado un pequeño avión y en letras azules dice «First in Flight» (primeros en volar).
En el estado de la costa este de Estados Unidos no solo se realizó el primer vuelo, sino que también se iniciaron otros hechos históricos.
La cerveza según la ley de pureza alemana
El granjero alemán Uli Bennewitz emigró a Estados Unidos en la década de 1970. Primero compró y administró tierras en Carolina del Norte, y poco después adquirió unos cuantos acres en la ciudad de Manteo.
Este bávaro tenía pensado abrir allí una cervecería, pero se topó con un problema. Carolina del Norte es un estado ubicado en medio del llamado Cinturón Bíblico (Bible Belt) donde estaba prohibido vender alcohol directamente a los consumidores.
Sin embargo, a los políticos les gustó la idea de tener acceso a una cerveza local según la Ley Alemana de Pureza y cambiaron la legislación de un día a otro.
«Hoy en día, es uno de los estados con el mayor número de microcervecerías artesanales», comenta Bennewitz, que entretanto trasladó su cervecería y restaurante «Weeping Rading» a la ciudad de Grandy cuando vio que en Manteo ya no tenía lugar para expandirse.
La cocina regional proviene de la pesca a lo largo de la costa de los Bancos Exteriores y más al sur. En muchos pueblos pequeños se pueden comprar gambas, cangrejos y pescado directamente a los pescadores. O se pueden saborear mariscos en restaurantes pequeños y sencillos.
Una región de novela
Los Mustangs, las casas sobre pilotes en las playas de Rodanthe, la naturaleza virgen de los Bancos Externos del sur, los pescadores y demás habitantes en Carolina del Norte aparecen en varias novelas del escritor Nicolas Sparks, quien ha vivido en el estado durante décadas.
Carolina del Norte tiene veranos cálidos e inviernos cortos y suaves. El Océano Atlántico proporciona un clima agradable en los Outer Banks, aunque en verano siempre hay un viento fresco.
La principal temporada de turismo es entre el Día de la Recordación (último lunes de mayo) y el Día del Trabajo (primer lunes de septiembre). El resto del año es mucho más tranquilo y no todos los restaurantes, operadores turísticos y tiendas están abiertos.
Por Verena Wolff (dpa)