Copenhague (dpa) – A modo de saludo, los alemanes dicen «Moin», los daneses «Hej» —sin embargo, los habitantes a ambos lados de la frontera germano-danesa no tienen dificultades para entenderse—.
Miles de ellos cruzan diariamente la frontera para ir a sus trabajos, y en el centro de la ciudad alemana de Flensburgo, a siete kilómetros de la frontera en el estado federado de Schleswig-Holstein, se escucha mucho danés, especialmente los fines de semana.
A pesar de algunas molestias, como los renovados controles fronterizos daneses debido a la crisis migratoria europea y la controvertida valla para evitar el paso de jabalíes desde Alemania, la región y la relación entre sus habitantes se considera un modelo de coexistencia pacífica, incluso 100 años después de uno de los momentos más importantes de la historia germano-danesa.
En aquel entonces, en 1920, el mundo aún estaba digiriendo el horror de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El Tratado de Versalles, negociado en 1919, puso fin a la guerra y entró en vigor el 10 de enero de 1920: hace exactamente 100 años.
Lo que puso fin a la Primera Guerra Mundial marcó el inicio de un nuevo orden en la región fronteriza germano-danesa. Para decidir el destino de la estratégica región de Schleswig, que abarcaba unos 60 kilómetros al norte y al sur de la actual frontera, las potencias aliadas celebraron dos consultas populares, los llamados plebiscitos de Schleswig.
El primer referéndum tuvo lugar en Schleswig del Norte en febrero de 1920: tres cuartas partes de la población votaron a favor de la reunificación con Dinamarca. Un mes después se realizó la segunda consulta: los habitantes de Schleswig del Sur decidieron permanecer en Alemania.
Ese mismo año se trazó la nueva frontera al norte de Flensburgo y al sur de la ciudad de Tønder en Dinamarca. Los daneses reincorporaron Schleswig del Norte formalmente el 15 de junio de 1920 con el nombre de Sønderjylland (Jutlandia del Sur).
Desde entonces, la región fronteriza se ha ido adaptando pacíficamente a los cambios. Más aún: la delimitación democrática de la frontera y la convivencia pacífica de alemanes y daneses en la región se consideran ejemplares a nivel internacional -en gran parte independientemente de la política a ambos lados de la frontera-.
Ahora, los daneses conmemoran esos 100 años de historia bajo el lema «Genforeningen 2020», Reunificación 2020, con un año de aniversario rebosante de conciertos, exposiciones, obras de teatro y mucho más.
Tras la ceremonia oficial, que tuvo lugar el 10 de enero con un evento de gala en el Teatro Real de Copenhague, se celebrarán hasta julio alrededor de mil eventos y actividades en toda Dinamarca, como informó a dpa el director del proyecto, Simon Faber.
Faber señaló que las celebraciones se superpondrán en algunos casos con las del Año Cultural de la Amistad Germano-Danesa, que se inauguraron a finales de 2019. Además, habrá una cooperación transfronteriza con Schleswig-Holstein, el estado federado más septentrional de Alemania.
Su primer ministro, el demócrata cristiano Daniel Günther, estuvo presente en la inauguración de los festejos en Copenhague.
En entrevista con dpa, Günther enfatizó que las celebraciones del aniversario son «una señal especial de la amistad y la cooperación que unen a los dos países, a la gente que vive en la región fronteriza germano-danesa y a las minorías a ambos lados de la frontera».
De manera similar se expresó la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, que llegó a la gala en el Teatro Real poco antes que la reina Margarita II: «Somos buenos vecinos, pero también somos buenos amigos», declaró ante el canal danés TV2.
Dinamarca se prepara para celebrar a gran escala, con proyectos emblemáticos en varios municipios del sur de Dinamarca. El actor danés Lars Mikkelsen («House of Cards») y Radio Dinamarca contarán la singular historia de 1920 en una documentación de cuatro capítulos titulada «Grænseland» («Zona fronteriza»).
El Museo de Jutlandia del Sur pondrá en circulación un «autobús de la reunificación» que recorrerá el país, y el «Royal run», una concurrida carrera ciudadana anual iniciada por el príncipe heredero Federico, comenzará esta vez en la ciudad de Sønderborg, a pocos kilómetros al noreste de Flensburgo.
Y hablando de la familia real: Margarita II sólo tiene elogios para la relación germano-danesa. En su discurso de Año Nuevo resaltó que la población de la región ha contribuido al desarrollo armonioso y pacífico de la zona fronteriza a lo largo de los años: «Es un ejemplo para todo el mundo».
En una entrevista para el número aniversario de la revista «Grænsen» («Frontera»), la monarca declaró que naturalmente esperaba que la zona fronteriza continuara siendo un lugar «donde la gente siga conviviendo en paz».
El verano pasado, la reina visitó la región a ambos lados de la frontera. Al sur de esta viven en la actualidad unas 50.000 personas que pertenecen a la minoría danesa. La minoría alemana al norte de la frontera comprende unas 15.000 personas.
Los municipios, las autoridades, las instituciones culturales y los servicios de emergencia trabajan en estrecha colaboración a ambos lados de la frontera.
Por Steffen Trumpf y Birgitta von Gyldenfeldt (dpa)