(dpa) – Katharina Grupen no recuerda grandes momentos de su vida sin la presencia de caballos.
«Mis padres me subieron a un caballo antes de que pudiera caminar», cuenta la alemana de 20 años, que creció en una familia de jinetes profesionales y tuvo su primer pony a los ocho años.
Desde 2016, Grupen integra el equipo alemán de concurso completo de equitación.
Tras completar sus estudios secundarios Katharina Grupen quiso inicialmente estudiar farmacología. Sin embargo, una pasantía en un establo deportivo fue el factor decisivo para que cambiara de opinión con respecto a su futuro profesional, y comenzara una formación en el centro de formación de la Federación Nacional Ecuestre Alemana en Warendorf.
La instrucción clásica incluye el entrenamiento de caballos jóvenes y la formación de jinetes en las diferentes disciplinas.
Los futuros profesionales pueden optar entre cuatro disciplinas. Además de la cría, las carreras y las formas especiales de montar a caballo, el sector del mantenimiento y del servicio son las disciplinas más populares, dice Markus Bretschneider, del Instituto Alemán de Formación Profesional.
En Alemania hay escasez de personal cualificado, lo que posibilitó que Katharina acortara su formación de tres a dos años. No hay requisitos de admisión y tampoco se necesitan estudios secundarios completos, comenta Bretschneider.
Si bien Markus Scharmann, miembro de la junta directiva de la Asociación Alemana de Jinetes Profesionales, señala que presentar buenas calificaciones escolares es ventajoso, también hace hincapié en que lo «más importante es el afecto por el caballo».
Dependiendo del campo de estudio elegido, los aprendices tienen que saber montar a caballo. En el caso del entrenamiento de equitación clásica, este es un requisito obligatorio.
La vida de un experto en equinos es muy exigente y se diferencia mucho del jinete de fin de semana.
El caballo necesita un cuidado diario, que incluye la limpieza de las instalaciones y las monturas, la detección de posibles enfermedades o heridas, el cepillado y el recorte de pezuñas o algún tipo de alimentación específica, entre otras tareas.
Además, hay que entrenar regularmente a los caballos en el picadero o al aire libre. Durante su especialización, Katharina debe montar y entrenar varios caballos a diario, y aprender a dar clases de equitación. Por lo tanto, es ventajoso tener una buena condición física.
Markus Bretschneider subraya que muchos jóvenes tienen ideas erróneas sobre la profesión. Los cuidadores de caballos también trabajan cuando otros tienen tiempo libre, por ejemplo los fines de semana o a última hora de la tarde, apunta.
Sin embargo, para Katharina el esfuerzo vale la pena. «Ellos también nos dan algo a cambio», subraya.
«Me gusta mucho ver cómo se desarrollan los caballos jóvenes, cómo aprenden día a día. Y ver qué ha sido de ellos unos años más tarde», destaca esta amante de los equinos.
Por Andrea Warnecke (dpa)