La temporada de nieve dio comienzo a finales de noviembre y las pistas presentan cada vez un mejor aspecto en número de visitantes y en la calidad de la nieve. Las principales estaciones de la Península tienen la mayoría de sus pistas abiertas, por lo que se acaban las excusas para no disfrutar de un tipo de turismo que cada año que pasa tiene más adeptos.
El Pirineo Aragonés tiene sus cinco pistas ya abiertas para el disfrute de todos los amantes de la nieve y el esquí. Las reservas de hoteles se han incrementado este año un 2,5%, así como el margen de tiempo con el que se realizan las mismas. Las nevadas tempraneras y el mantenimiento del frío han dado un impulso al turismo de montaña, por lo que si eres de los que todavía se lo está pensando no dudes en hacer tu reserva para conseguir los viajes más económicos.
Para todos aquellos que todavía no dominan este deporte o, simplemente, no termina de engancharles, hay muchas más actividades para hacer y disfrutar. Dispones de un hotel con paquetes de aventura en el pueblo de Badaguás. A solo 8 kilómetros de Jaca, este hotel se encuentra muy cerca de las pistas principales del Pirineo y ofrece variadas actividades de invierno. Por ejemplo, puedes recorrer las montañas de una forma completamente diferente con los trineos tirados por perros, en una actividad conocida como mushing. También puedes disfrutar de la velocidad de las motos de nieve o de la tranquilidad de realizar algunas rutas de gran belleza con raquetas de esquí. Por último, también podrás construir tu propio iglú en una expedición guiada de alta montaña.
Los hoteles en Badaguás te ofrecen un relax total en un ambiente de tranquilidad y en un enclave maravilloso y difícilmente superable, cercano a La Garcipollera, para que disfrutes de unas vistas espectaculares desde tu habitación.
Astún y Candanchú son las pistas que disponen de una mayor proporción de kilómetros esquiables, por lo que si buscas hotel en Jaca o en Canfranc estarás alojado en pleno Pirineo Aragonés y a un solo paso de estas pistas. Dispones de un hotel con spa cerca del centro de Jaca, ideal para aquellos que buscan aventura, pero también relax y confort. Además, dispone de habitaciones amplias y familiares, totalmente recomendables para los viajes de Navidad.
Jaca es un pueblo lleno de historia y encanto, con un gran legado monumental porque fue durante muchos años una ciudad fortificada. El mejor ejemplo de ello es la ciudadela, que mandó construir Felipe II en 1592 como medida defensiva ante un posible ataque de las tropas francesas. Las murallas que envolvían la ciudad fueron derribadas en 1915 pero a día de hoy todavía pueden verse algunos restos.
Cerca de Jaca, el pueblo de Canfranc cuenta también con un gran número de actividades para realizar y conocer otra localidad con mucha historia. Uno de los principales atractivos es la Estación Internacional de Ferrocarril de Canfranc. Se cerró entre 1945 y 1949 pero se organizan visitas guiadas para conocer su interior. Además, dispones de recorridos de bella factura en los que, por ejemplo, podrás descubrir los búnkeres de la línea P, construidos hacia finales de los años 50.
Asimismo, cuenta con numerosos edificios históricos por todo el territorio, como la chimenea de l´Anglasé, uno de los escasos ejemplos de la arquitectura minera en Huesca; el castillo de Canfranc, una torre defensiva de la época medieval o la Iglesia de la Trinidad, del siglo XVI.
Puedes alojarte en un hotel con asador en Canfranc, una gran opción para reponer fuerzas y entrar en calor después de un día esquí. Además, también dispone de spa, por lo que es ideal para relajarse y afrontar el siguiente día de esquí completamente descansado.
Situados en Huesca, los pueblos de Jaca y Canfranc disponen de una rica y variada gastronomía en la que el cordero es el plato estrella. Además, Jaca destaca especialmente por sus embutidos y quesos artesanos. La repostería tampoco se queda atrás, pues numerosas pastelerías cuentan con una trayectoria centenaria en la que han conseguido destacar gracias a sus productos artesanos. Así pues, visitar estos pueblos no es solo sinónimo de aventura y emoción, sino también de comer bien con productos de primera calidad.