Nueva Delhi (dpa) – Si le escuecen los ojos, le pica la garganta, le duele la cabeza y apenas puede ver el edificio al otro lado de la calle, lo más probable es que se encuentre en Nueva Delhi o en algunas de las poblaciones colindantes en noviembre.
«Siento como si tuviera un peso en el pecho, me falta el aire y ya he tenido tres ataques de neumonía en los últimos cuatro años, siempre en esta época del año», asegura Sudha Tilak, una residente en la ciudad de Gurgaon, junto a la capital india.
El médico de Tilak le aconseja que se vaya de vacaciones. «Es una época en la que tenemos muchas entregas en el trabajo y es la época de los exámenes finales en la escuela ¿Quién se puede ir de la ciudad?», señala.
Tilak trabaja en una empresa publicitaria y su hijo, que va a la escuela, está preparando los exámenes de fin de año, al igual que muchos otros niños que viven en la región capitalina NCR, tal como se conoce a Nueva Delhi y las ciudades colindantes de la periferia.
El Gobierno de Delhi acaba de declarar la emergencia sanitaria después de que se detectara que los niveles de contaminación han escalado a niveles peligrosos, un fenómeno que se repite todos los años en octubre y noviembre.
Las escuelas han cerrado unos días, se detiene la construcción de edificios y el uso de generadores a diésel, y se pone en marcha un programa para reducir la cifra de vehículos en las calles durante dos semanas.
«Nuestras escuelas están cerradas y nos piden que no salgamos a la calle y ¿eso se supone que tiene generar confianza?», se pregunta Tarsha Swamy, una estudiante de 16 años que prepara sus exámenes finales en la localidad periférica de Noida, al suroeste de la capital.
Swamy tuvo que ser hospitalizada hace tres años en noviembre por problemas respiratorios. «Nada ha cambiado», sostiene. «Se trata de un estado de emergencia y necesitamos una respuesta de emergencia. No podemos seguir así por más tiempo y tenemos que afrontar el problema», agrega.
Los niveles el lunes 4 de noviembre de las partículas contaminantes suspendidas en el aire de menos de 2,5 micras fueron de unos 671 microgramos por metro cúbico en Noida. Y esos niveles eran ligeramente mejores a los registrados el domingo 3 cuando se alcanzó el nivel máximo en la región de los últimos tres años.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que la gente no esté expuesta a estas minúsculas partículas en niveles que superen los 25 microgramos por metro cúbico durante un periodo de más de 24 horas, ya que esas partículas pueden penetrar en los pulmones e incluso en la corriente sanguínea.
Donde Tilak vive, en Gurgaon, el nivel de micropartículas se situó en 502, es decir en la categoría aguda. «Tenemos las ventanas y las puertas cerradas. El humo de la cocina se expande por la casa, abrimos las ventanas y el aire contaminado de fuera entra. Es como una cámara de gas», explica Tilak.
«La vida queda completamente alterada, tenemos que reconocer que esto es una emergencia, como las inundaciones en Kerala y urge arreglarlo para que no siga sucediendo lo mismo año tras año».
El problema no sólo afecta a la capital, Delhi, sino también abarca una parte del norte de India.
La razón de estos elevados índices de polución se debe a las emisiones contaminantes de los coches y de la industria, al polvo que genera la construcción y el que emana de la quema de residuos. Y a todo ello hay que sumar la quema de rastrojos que se realiza en esta época y las corrientes de los vientos.
El Gobierno ha emprendido algunas iniciativas para luchar contra un empeoramiento de la calidad del aire, pero hasta la fecha ninguna ha resultado tener realmente éxito.
«Hablan de que planes de acción, ‘vamos a hacer esto, vamos a hacer esto otro’. Pero ya hace tiempo que se acabó el tiempo de hablar», asgura Swamy.
El domingo 3 de noviembre, cuando Delhi y amplias partes del norte de India amanecieron envueltas en la peor capa tóxica en años, el ministro indio de Medio Ambiente Prakash Javdekar aconsejó a sus compatriotas en Twitter «comenzar el día con música».
Un día antes, el ministro de Salud Harsh Vardhan aconsejó a su gente comer zanahorias que, según el funcionario, pueden ayudar con los daños que causa a la salud la contaminación.
«La calidad del aire en Delhi se encuentra en un punto crítico y necesitamos encontrar una solución sostenible en lugar de discutir todos los años sobre lo mismo», señala Randeep Guleria, director del Instituto de Ciencias Médicas para India, un centro radicado en Delhi.
Los departamentos de cardiología y enfermedades respiratorias en los hospitales de Delhi han registrado un fuerte incremento de pacientes en octubre y noviembre, según señalan los medios.
Guleria asegura que la contaminación atomosférica es un «asesino silencioso» y los estudios han establecido un vínculo claro entre la contaminación y las muertes por dolencias cardiacas y en el sistema respiratorio.
«Tenemos que atajar el problema de raíz y hay que tomar una decisión colectiva que involucre a la administración, a los agricultores y agentes inmobiliarios», señala Tilak.
«Está afectando a nuestra salud, a nuestro trabajo, a nuestro bienestar ¿Por qué tenemos que pagar un coste tan elevado? La gente que necesita estar unida para conseguirlo parece no verlo».
Por Sunrita Sen (dpa)