Múnich, 14 nov (dpa) – Uli Hoeness siempre quiso dejar el Bayern Múnich «por la puerta grande», y el club cumplió su deseo alquilando el pabellón Olympiahalle de la capital bávara para despedirse de él a lo grande después de 40 años como entrenador y presidente.
Será una emotiva asamblea general anual del club, especialmente para Hoeness, que se prepara intensamente para este viernes. «He oído que la Olympiahalle estará a reventar. Se nos aconsejó que lo hiciéramos allí. Vendrán alrededor de 10.000 socios», dijo Hoeness. «¡Se espera algo único!», exclamó este ex jugador de 67 años.
Todo el mundo espera impacientemente el discurso de despedida de Hoeness. «He hecho este trabajo con mucho gusto. Siempre me impliqué y lo di todo. Y no creo que el resultado sea tan malo», aseguró.
Surgen dos grandes preguntas: ¿Cómo será el Bayern sin Hoeness? ¿Y qué hará Hoeness sin el trabajo de su vida? «Pensaré en mi futuro el sábado cuando me despierte en Tegernsee», respondió en alusión a su domicilio junto al lago bávaro.
¿Y el Bayern Múnich? El campeón alemán de fútbol estuvo algún tiempo sin él cuando Hoeness cumplió una sentencia de prisión por evasión de impuestos entre junio de 2014 y febrero de 2016 y renunció a sus cargos. El director general, Karl-Heinz Rummenigge, dirigió el club durante ese período difícil pero exitoso.
«Esto no es todo», fue la legendaria frase de Hoeness en ese momento. Todavía no lo era, podría y debería haber sido cinco años después. Uli Hoeness nunca llegó tan lejos, pero en los últimos meses marcó el rumbo del futuro del Bayern Múnich siguiendo su voluntad y sus ideas.
Eligió a su amigo Herbert Hainer como sucesor. Antes de su elección este viernes por la noche, el antiguo jefe de Adidas prometió a Hoeness: «Seguiremos dirigiendo el club con su espíritu».
El ex capitán Oliver Kahn se incorporará a la directiva a principios de enero y sustituirá a Karl-Heinz Rummenigge al frente del club a finales de 2021.
Hoeness tomó parte en muchas disputas, pero también promovió partidos para ayudar a clubes rivales como el Sankt Pauli, de Hamburgo. Estuvo cuando le necesitaron ex jugadores como los legendarios Gerd Müller o Sepp Maier. Su compromiso social es enorme. Y el equilibrio entre tradición y modernidad siempre fue importante para él.
Por Klaus Bergmann y Christian Kunz (dpa)