Facebook, Twitter, Instagram y al otro lado Whatsapp o Telegram, tan solo conforman un pequeño subgrupo de todas la redes sociales y sistemas de mensajería social existentes en Internet hoy en día. Parafraseando a Toteking, un solo click y entrada a otro mundo, donde el dominio público es dueño de tus asuntos. Lo que sea por hacer crecer el ego.
Todas tienen algo en común, la ilusión de estar en un mundo diferente del real, pero como toda herramienta, también tienen su lado oscuro. En este artículo, explicaremos algunos de sus peligros. El abuso o incluso el uso incorrecto de las redes sociales, puede generar problemas psiquiátricos similares a cualquier otra adicción: pérdida de autoestima, falta de conciencia de la realidad, depresión, ansiedad e incluso psicosis. Parece que hablamos de una droga en vez de una simple herramienta informática. Como ocurre con las drogas, hay colectivos y personas que son más vulnerables a sus efectos, a destacar obviamente: los adolescentes y aquellas personas con enfermedades mentales preexistentes.
Pero estos no son los únicos peligros que esconden la herramientas sociales. Para explicarlos, primero debemos remontarnos al verdadero origen de los chats. En 1988, Jarkko Oikarinen de la Universidad de Oulu, Finlandia, creó la primera herramienta social o chat, que fue llamado Internet Relay Chat (IRC). Entre sus características funcionales está el anonimato, al poder utilizar seudónimos, alias o apodos en vez de información real, la misma funcionalidad que mantienen hasta el día de hoy muchas de las aplicaciones sociales.
Pues bien este anonimato, hoy en día, se ha convertido en el primer aliciente para el uso de estas herramientas por parte de los delincuentes. Sería el equivalente actual, a entrar a robar un banco disfrazado o con un pasamontañas, pero sin duda de una forma más sutil. Y no, no nos referimos solo a ciberdelincuentes, si no a todos los tipos que podemos encontrarnos en nuestra sociedad: estafadores, abusadores, violadores entre otra fauna depredadora.
Resulta por lo tanto conveniente estar alerta cuando usamos estas aplicaciones, del mismo modo que cuando salimos a la calle. Y denunciar ante las FCSE, cualquier comportamiento o acción que hayamos observado o sufrido en nuestras propias carnes. Con el fin de protegerse, tanto en el presente como de cara al futuro, revise la configuración de las funcionalidades de privacidad de la herramienta.
Además, la adopción de una política de no borrado de la información negativa que recibamos, aunque nos resulte incómodo verla cada día, resulta la más adecuada para que una futura investigación vaya a buen puerto. Son pruebas, no las borre. La Policía o su Perito en Seguridad Informática, dependiendo del caso, le ayudarán a extraer dichas evidencias en el caso de que tenga que aportarlas como prueba en un juicio. Recuerde que según la sentencia 300/2015 de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, para garantizar la validez de este tipo de elementos probatorios, los mensajes deben ser aportados mediante un informe pericial. Un simple pantallazo, aunque un notario haya dado fé del mismo, no es una prueba válida para un juicio, debido a la propia naturaleza del proceso de obtención de las pruebas, que permite la duda de que hayan sido previamente manipuladas.
Recuerde si tiene pensado ir a Juicio, contacte con algún Gabinete de Peritos de Parte, le asesorarán para que su demanda llegue a buen puerto.