(dpa) – En 1819, uno de los pioneros en la educación de personas ciegas, el pedagogo Johann Wilhelm Klein, fundador del Instituto para la Educación de los Ciegos en Viena, describió en uno de sus libros el concepto de perro guía. A partir de entonces, este concepto se fue extendiendo y hoy en día es conocido en todo el mundo.
El objetivo del perro guía es reemplazar el par de ojos que la persona ciega no puede usar pero que necesita, sobre todo hoy en día. Un buen ejemplo de ello es que hoy en día por las calles circulan cada vez más automóviles eléctricos. Estos son tan silenciosos que la persona ciega no puede escucharlos.
El perro, en cambio, ve los autos. Incluso aunque la persona ciega le de la orden de cruzar la calle, el perro sabe que no debe hacerlo, una protección que puede salvar vidas. Pero además, estos animales pueden hacer mucho más que esto. Son un factor social importante que abre numerosas puertas, y no sólo en el sentido más explícito.
El entrenamiento lleva tiempo y es caro
Cada perro trae consigo sus habilidades sociales, pero el resto debe aprenderlo. Esto lleva tiempo y es caro. La mayoría de las veces, el entrenamiento puede llevar dos años.
En algunos países, como Alemania, es posible lograr que el seguro médico cubra bajo receta tanto la adquisición como la formación del perro, así como una suma mensual para cubrir los costos de alimento y veterinario.
La condición es que la persona que lo solicita tenga problemas de visión pero que a pesar de ello se pueda mover y orientarse. Por otra parte, desde el nacimiento del cachorro hasta que llegue a manos de su dueño, pueden pasar casi dos años.
Una paleta de profesiones caninas
Las capacidades emocionales del animal, acompañadas de una nariz brillante, permiten una paleta de diversas profesiones caninas. Los más conocidos son los perros señal, que asisten a las personas con discapacidad auditiva o visual, mientras que hay perros de alerta que asisten, por ejemplo, a las personas diabéticas reaccionando. Es decir que este perrito puede avisarle a su dueño cuando le está bajando el azúcar de forma peligrosa.
Estos perros también pueden asistir a personas con trastorno por estrés postraumático (TEPT) o autismo. El perro de asistencia para TEPT aprende, por ejemplo, a crear distancia con extraños.
El perro para las personas con autismo, por otra parte, suele ser elegido por familias con niños. Evita que el niño se vaya solo a la calle, puede buscarlo en caso necesario y calmarlo en situaciones de emergencia emocional.
Los perros también demostraron ser de utilidad cuando hay dificultades para caminar. Para una persona en silla de ruedas, por ejemplo, la caída al suelo de un teléfono móvil, una llave o una billetera pueden ser un problema. Y el perro puede ayudarles a recuperarlos.
Asistentes para todo tipo de tareas
La gama de capacidades de estos animales es grande: abrir y cerrar puertas o estantes, pulsar interruptores de luz, quitar prendas de ropa…los perros pueden hacer todas estas cosas si se los entrena para ello.
Por otra parte, gracias a la gran ayuda que prestan a sus dueños, estos perros gozan de ciertos «privilegios»: pueden ingresar en supermercados y almacenes e incluso en hospitales. Y pueden viajar en la cabina del avión. Eso sí, sólo si su dueño puede demostrar con un documento válido que su discapacidad lo amerita.
Por Marie von der Tann (dpa)