Raro es el día que no aparece en la prensa una noticia sobre abusos cometidos de algún tipo, sobre todo los de carácter sexual. En 2018, hubo 2.754 condenados por este motivo, sin contar con los de otra índole. Esto se traduce en casi ocho abusos sexuales diarios que merecieron condena penal en España. Pero el año pasado se presentaron casi catorce mil denuncias en total, según el Ministerio del interior.
Es decir, que más de once mil de estas catorce mil denuncias presentadas o bien fueron desestimadas, o aún se están investigando y no han sido suficientemente probadas, o se han investigado ya, hay indicios suficientes de delito y todavía no han sido juzgadas. Y quedan, claro está, los casos que no se denuncian. Entre todos ellos, la media diaria de abusos cometidos en nuestro país se quintuplicaría, como poco.
El trauma de un abuso destroza la autoestima, provoca enfermedades como la depresión, el miedo, la ansiedad, la inseguridad en uno mismo, la pérdida de autonomía e independencia, el insomnio, la hipertensión, los trastornos alimentarios y otras secuelas que pueden conducir a tentaciones y pensamientos autodestructivos, e incluso al suicidio. Los sentimientos de vergüenza, culpa e incomprensión social son muy frecuentes y extremadamente peligrosos en todos estos casos. Convierten la vida en un infierno y los costes que acarrean a la sociedad son incalculables.
Psicóloga especialista en abusos
Patricia Garzón es experta en tratamiento psicológico por abusos en Sevilla. Define estos abusos como “todas aquellas acciones que implican forzar a una o varias personas a que hagan algo en contra de su voluntad utilizando la fuerza o abusando de su confianza. Los abusos suponen usar mal, injusta, excesiva o indebidamente algo o alguien”. Y distingue entre abusos de diversa índole. A saber: los de fuerza, los de autoridad, los de confianza, los de derecho y los de superioridad. Para más información, clic aquí.
Los sexuales son los abusos más comunes. Son abusos de poder que alguien perpetra sobre su víctima, a la que obliga a realizar actos en contra de su voluntad. Pero no hace falta llegar a los últimos extremos para que haya consecuencias nefastas. Una persona que se haya visto coaccionada, o se haya sentido cohibida, o haya sido presionada para hacer algo que no quería, puede sentir que ya no es la misma desde que sufrió esta clase de presiones. En estos casos, la persona ya es una víctima con secuelas, que tendrá que superar con ayuda psicológica.
Autoestima y autoconcepto
En muchos de estos casos, las víctimas de abusos necesitan recibir algún tipo de ayuda psicológica para poder superar el trance y recuperar la autoestima.
Los especialistas establecen que la relación entre autoestima y autoconcepto es muy estrecha. Tanto, que sostienen que no podría existir uno de estos conceptos sin la presencia del otro. Para ver cómo explican esta relación, clic aquí.
El autoconcepto es la forma en la que nos percibimos; la opinión que tenemos de nosotros mismos. La autoestima es la valoración que realizamos de nuestro autoconcepto. Cuando la valoración es positiva, la autoestima es alta; cuando la valoración es negativa, la autoestima es baja.
Según se explica en Psicomaster.es, la autoestima es el conjunto de sentimientos acerca de nuestra valía personal. El autoconcepto depende de la conciencia de los logros personales y materiales que alcanzamos.
Por otro lado, la opinión que tienen los demás sobre nosotros es algo que también tenemos en cuenta a la hora de elaborar la opinión sobre nosotros mismos. Pero debemos impedir que esas opiniones externas condicionen nuestra propia valoración.
Veinte mil niños abusados
El tema de los abusos ha sido llevado a la campaña electoral de los comicios del 10 de noviembre de este año. Los de índole sexual se han utilizado como “arma arrojadiza” contra el adversario o los adversarios políticos. Pero hay otros tipos que no ocupan tanto protagonismo y, sin embargo, pueden llegar a ser tan graves y perjudiciales como estos, y ser más frecuentes.
Especialmente atroces son los abusos cometidos sobre los niños. Algunas estadísticas extraoficiales sostienen que, desde hace años, una de cada cuatro niñas y uno de cada siete niños los sufre en España antes de llegar a la mayoría de edad. Esto significa que habría más de 20.000 casos al año de niños que serían víctimas de abusos en España, sobre todo de abusos sexuales.
Ayuda profesional
Frente a una situación de abuso, el psicólogo ayuda a entender a la víctima la situación en que se ha visto y ataja el problema desde la raíz. No es su amigo. Es un especialista que se ha ido formando a lo largo de siete años, como mínimo, con el que la víctima puede desahogarse y exteriorizar sus sentimientos; es un profesional que proporciona a dicha víctima las herramientas necesarias para superar su situación de crisis. El psicólogo enseña a la persona a liberarse de los problemas que la afectan y a ser más feliz en la vida.
Un psicólogo no es un psiquiatra. Éste es un médico especializado en el cerebro y prescribe y manda medicamentos. El psicólogo no receta.
Necesitamos ayuda profesional cuando los problemas nos afectan tanto que nos impiden desarrollar una vida normal. Para poder salir de esta situación necesitamos ayuda externa que nos impulse a seguir luchando para superar tales problemas.