Bayreuth (Alemania) (dpa) – Las últimas fotos que se conocen de Wolfgang Wagner lo muestran sentado en una especie de trono.
Cuando en 2008 anunció su dimisión como director artístico del legendario Festival de Bayreuth, dedicado a la representación de óperas de Richard Wagner, el nieto del gran compositor alemán lo hizo apoyado en un bastón y sonriendo con un gesto reverente, casi regio.
Tenía entonces casi 89 años y, después de más de medio siglo, renunciaba a su función de director en favor de sus hijas, Katharina Wagner y Eva Wagner-Pasquier.
Wolfgang Wagner murió en marzo de 2010, y el 30 de agosto de este año habría cumplido 100 años. El Festival de Bayreuth, la obra de su vida, le rindió homenaje el 24 de julio en vísperas de la inauguración de la edición 2019.
Su hija y sucesora, Katharina Wagner, lo elogió en una entrevista con la agencia dpa como un «muy buen director artístico».
El trono de sus últimas imágenes con vida no carece de lógica. «El principal» es el nombre de una exposición en el Museo Richard Wagner de Bayreuth para conmemorar el centenario del nacimiento del polémico director. Principal – esto puede significar gobernante, comandante en jefe o capitán y describe en cada caso al que tiene algo que decir.
Esto es exactamente lo que Wolfgang Wagner fue durante más de 50 años. Con mano fuerte dirigió el festival de música de renombre mundial que se celebra cada año en la «Colina Verde», sitio en el que se encuentra el teatro de la ópera de Bayreuth.
El mundo de la ópera perdió «uno de sus verdaderos grandes», declaró el entonces presidente de Alemania Horst Köhler tras la muerte de Wagner. «Con Wolfgang Wagner, nuestro país pierde un director artístico sobresaliente», escribió la canciller cristianodemócrata de Alemania, Angela Merkel, invitada habitual en Bayreuth.
Wolfgang Wagner, tercer hijo de Siegfried y Winifred Wagner, logró reconstruir el festival después de la Segunda Guerra Mundial junto con su hermano mayor, Wieland.
No fue una tarea fácil, ya que el festival había caído en el mayor de los descréditos por su compromiso con el nacionalsocialismo.
Además, el espectáculo wagneriano había sido el evento cultural favorito de Adolf Hitler. Se dice que los niños de la familia Wagner lo conocían como «tío Wolf».
Las primeras producciones del llamado «Nuevo Bayreuth» causaron sensación en todo el mundo. Wolfgang Wagner, que siempre fue más comerciante y organizador que artista sutil e intelectual, siempre estuvo a la sombra de su hermano Wieland.
Sin embargo, después de su temprana muerte en 1966, Wolfgang Wagner quedó como el único hombre fuerte en la Colina, y lo seguiría siendo durante décadas.
Bajo sus auspicios tuvieron lugar en la casa de la ópera de Bayreuth más de 1.700 funciones; a él mismo le corresponden doce puestas en escena.
Como no conseguía que la hija de su segundo matrimonio, Katharina, fuera su sucesora, se aferró a su puesto negándose a renunciar.
Finalmente accedió a que Katharina y su hermanastra Eva Wagner-Pasquier se hicieran cargo de la dirección del festival en 2008. Desde 2015, Katharina dirige el festival en solitario.
Katharina Wagner señaló que el trabajo de su padre y el suyo propio difícilmente se pueden comparar: «No hay que olvidar que, con la marcha de mi padre, la empresa Bayreuth Festival GmbH ha quedado en manos de autoridades públicas y el esfuerzo organizativo ha aumentado considerablemente. Yo ahora me ocupo de la difusión del festival a través de la pantalla, de plataformas como Facebook y de muchas otras cosas a las que mi padre no tenía que dedicarle tiempo. Muchos se quejan de que él estaba más presente que yo y que siempre estaba en todas partes al mismo tiempo. Pero la carga de trabajo se ha multiplicado en comparación con años anteriores».
La hija del legendario director explica que siempre hay mucho que hacer – especialmente el día del estreno del festival (este año con una nueva producción de «Tannhäuser»).
Ese día es «uno de los más difíciles, porque tengo que dividirme entre la casa de la ópera en la Colina Verde y la transmisión del festival en los cines, en la que participo también como moderadora. Se trata de sopesar constantemente lo que es más urgente en ese momento, y a veces tengo la sensación de que nada es suficiente».
Desde el punto de vista del director Christian Thielemann, que dirige este año «Lohengrin» y «Tristán e Isolda», la escasa presencia nunca fue un tema con Wolfgang Wagner, para él una especie de padre adoptivo.
«Siempre pensé que lo habían clonado», bromeó. «En un momento se lo veía en la sala de ensayos, al siguiente uno se lo encontraba de pronto en las escaleras. A veces no podía evitar preguntarle: «Dígame, ¿cuántos Wolfgang Wagner existen?»
Por Britta Schultejans (dpa)