(dpa) – El rubor puede aplicarse con mucha más precisión cuando sonreímos, porque eso hace que los rasgos faciales se posicionen de un modo en el que las partes a ser maquilladas quedan de relieve.
El mejor modo es comenzar con el pincel en el punto más alto del pómulo, que está debajo de la mitad del ojo. Desde ahí extendemos el color hacia las sienes.
El rubor realza los rasgos y corrige la forma del rostro, aseguran los expertos consultados. «Ya con aplicar sólo un poquito de color se revive el aspecto y le da una luz mucho más juvenil», aseguran.
Por lo general se aplica en la zona de las mejillas, pero también puede utilizarse en el mentón, en la frente y debajo de las cejas. Allí también puede tener efectos muy positivos a través de lo que se conoce como «contouring».
La cosmetóloga que consultamos dice, como consejo, que probemos poner una pizca de rubor en la punta del mentón y otro poco en la frente para sumar frescura a nuestro aspecto general.
En su opinión, aplicar un poco de color debajo de las cejas también hace que los ojos parezcan más grandes y radiantes.