Estudiar no es aprenderse de memoria los temarios de un libro, ni tampoco es bombardear a nuestro cerebro de información. Para estudiar de manera organizada, pero sobre todo eficiente, es necesario tener una metodología o simplemente unos hábitos de estudio saludables.
A continuación, te mencionaremos algunos consejos importantes para que cuando estudies no sólo aprendas a gestionar adecuadamente tu tiempo, sino para que la información que intentas aprender sea más fácil de entender para ti.
Divide tu tiempo de estudio en partes
Investigaciones sobre los procesos de atención y el rendimiento de estudio muestran que es mejor controlar los ratos que le dedicamos al estudio poniendo un límite de tiempo más bien bajo para cada sesión. Lo ideal es hacer que los ratos de estudio no superen los 30 minutos, ya que, mostramos bastante más facilidad para asimilar información que nos llega en ráfagas cortas y repetidas que en una sola que sea larga y tediosa.
Crea una rutina de estudio
Proponerse un horario de estudio y seguirlo no sirve sólo para ofrecer una imagen de madurez y pulcritud, ya que, hacerlo también tiene efectos notables sobre el rendimiento de estudio. Abordar el aprendizaje de manera desorganizada es una manera de terminar estudiando a altas horas de la noche, cuando el sueño y el cansancio hacen mella en nuestra capacidad de concentrarnos. Además, acostumbrarnos a un horario hará más fácil que no nos saltemos los ratos de estudio y nos permitirá dedicarles el tiempo que se merecen.
Crea resúmenes en hojas individuales
No confíes demasiado en la técnica de subrayar textos. El hecho de subrayar no ayuda a memorizar el texto si no se repasa varias veces, y de todos modos ceñirse a la memorización de las frases que tienen una línea debajo nos mantiene anclados a la manera en la que la información queda distribuida en el texto original.
En cambio, hacer esquemas y pequeños resúmenes en trozos de papel nos obliga a reformular la información que hemos leído y, además, hace más fácil crear combinaciones de notas que son distintas a las del texto pero que nos ayudan a entender mejor lo que leemos.
Mantén alejadas las distracciones
Puede parecer evidente, pero nunca está de más recordarlo porque estas distracciones pueden adoptar las formas más insospechadas y es bueno identificarlas. En tu lista negra deben estar Facebook, el teléfono móvil y la televisión.
Prepara tu material de estudio, antes que nada
Tener preparado todo lo que necesitas estudiar hará que no te levantes para ir a buscar cosas y, por lo tanto, te distraigas. Además, asociar este conjunto de objetos al estudio hará que, cada vez que lo veas, entres en la dinámica de estudiar con facilidad.
Huye de la memorización literal
Haz tuya la información que contienen los textos. Relaciónala con episodios de tu vida, reformúlala con tus propias palabras y usa ejemplos que conoces. De esa forma lograrás alcanzar el aprendizaje significativo que necesitas, bastante más resistente al paso del tiempo que el que se basa en la memorización de datos a los que no se les encuentra demasiado sentido.
Explícale la lección a otra persona
El hecho de explicar en tus propias palabras lo que has aprendido es posiblemente el consejo para estudiar más valioso, ya que, te aportará dos grandes beneficios. Por un lado, reformular la lección es una manera de repasar mentalmente lo que has estudiado, por lo que el tiempo que le dediques a esto servirá para asimilar mejor lo que habías estudiado antes.
Por otro lado, te servirá para autoevaluarte, detectar puntos que creías aprendidos pero que en momentos clave te dan problemas, y te ofrecen una imagen bastante fiel de tus progresos.
Como ves, aplicar en tu método de estudio estos consejos no es nada complicado y hacerlo te dará muy buenos resultados, incluso en el corto plazo. Recuerda que estudiar puede ser tan placentero o aborrecible como tú mismo lo decidas. Depende de ti hacer posible que tus horas de estudio sean provechosas y no se conviertan en un agobio para tu salud.
Soraya Andreina Pérez